“Venganza ciega” es, en su esencia, un ejercicio de acción pulcro pero, lamentablemente, previsible. La película, dirigida por Alex Chichovski, se mueve entre el thriller de espías y el thriller de acción, aunque no logra dominar completamente ninguno de los géneros, lo que resulta en una experiencia cinematográfica algo desigual.
La historia, que involucra una mafia china expansionista y un arqueólogo en el punto de mira, posee un potencial intrigante. El choque cultural entre la China tradicional y el mundo moderno, con la amenaza de los Tong, se presenta como un conflicto interesante. Sin embargo, el guion, aunque no se apoya en clichés evidentes, carece de la profundidad y sutileza necesarias para realmente enganchar al espectador. Los diálogos suelen ser funcionales, pero rara vez memorables, y la trama, en su avance, se basa en una serie de eventos que, aunque emocionantes, no ofrecen un gran desarrollo temático. Se siente como una serie de escenas de acción bien coreografiadas que se suceden sin un propósito mayor.
La dirección de Chichovski es notable por su rigor y atención al detalle visual. La película está ricamente filmada, con un uso deliberado del color y la iluminación para crear atmósferas inquietantes y un ambiente opresivo, especialmente en las escenas nocturnas de París y en las bulliciosas calles de China. Hay una cierta belleza en la puesta en escena, y la cinematografía, a menudo contrastada, es uno de los puntos fuertes de la película. El sonido, en particular, es bastante efectivo en la creación de tensión.
Steven Seagal, como Robert Burns, aporta su característico carisma y su presencia física, elementos que siempre han sido un sello distintivo de su carrera. Aunque su interpretación puede ser vista como algo estereotipada, Seagal se mueve con soltura en las escenas de acción, ofreciendo momentos de espectáculo visual y de coreografía de lucha bien ejecutada. No obstante, el personaje de Burns, con su reticencia y su peculiar sentido de la moralidad, carece de profundidad y se siente, en cierto modo, como un vehículo para que Seagal demuestre sus habilidades físicas.
La película se beneficia de la actuación de los actores secundarios, particularmente de la actriz que interpreta a Yi, la agente del D.E.A., ya que su vulnerabilidad y su determinación añaden un elemento de realismo y emoción a la trama. Sin embargo, la película, en general, se queda en la superficie, sin explorar a fondo las implicaciones geopolíticas o los dilemas morales que plantea la expansión de la mafia Tong. El ritmo, a veces, es excesivamente rápido, dejando poco espacio para que el espectador se sumerja completamente en la historia.
Nota: 6/10