“Veritas, El Príncipe de la verdad” es un viaje de autodescubrimiento envuelto en un complejo entramado de ciencia ficción y drama adolescente. La película, dirigida con una sensibilidad que oscila entre lo melancólico y lo esperanzador por la mano de Marcos Martín, no se limita a ofrecer un espectáculo visual llamativo, aunque este último está presente, sino que se adentra en la problemática existencia de Juan, un joven que se siente desvinculado de la realidad y busca refugio en las páginas de los cómics. La elección de este personaje como punto de partida, un adolescente que idealiza la heroicidad, resulta inteligente y genera una conexión inmediata con el espectador, invitándonos a reflexionar sobre la búsqueda de identidad y el deseo de trascender la propia condición.
La película se beneficia de unas actuaciones sólidas, lideradas por un Marco Soto, que aporta una interpretación natural y convincente a Juan. Su torpeza, su soledad y su anhelo de algo más se transmiten con una honestidad que cautiva. La química entre Soto y Alba Flores, quien interpreta a Véritas, es fundamental para el desarrollo emocional de la trama. Flores logra transmitir la complejidad del personaje, revelando la fragilidad y la carga de responsabilidad que conlleva ser un príncipe interdimensional. Su interpretación no se limita a la heroica y el despliegue de poderes, sino que muestra un lado vulnerable y afectado por las circunstancias.
Sin embargo, el guion, aunque interesante en su premisa, presenta algunas inconsistencias. La introducción de Nemisii, el villano, se siente algo apresurada y carente de profundidad. La motivación de este personaje, y su relación con el conflicto general, no se desarrollan con suficiente detalle, lo que debilita el impacto final de la batalla climática. A pesar de ello, la película se centra en la evolución interna de Juan, explorando temas como la depresión, la soledad, la influencia de los ídolos y la importancia de la aceptación de uno mismo. La idea central de que la verdadera heroicidad no reside en el poder, sino en la capacidad de conectar con los demás y enfrentar los propios miedos, es la que realmente resonará con el público.
La dirección artística es notable, con un diseño de producción que evoca el estilo de los cómics, incorporando elementos visuales que sugieren la inmensidad del universo y las diferentes dimensiones. La banda sonora, compuesta por Juan Gómez y Nacho Azparreta, complementa a la perfección la atmósfera de la película, aportando momentos de tensión y emoción. En definitiva, “Veritas, El Príncipe de la verdad” es una película que, a pesar de sus defectos, ofrece un entretenimiento inteligente y reflexivo, con un mensaje positivo que invita a la introspección y a la búsqueda de la propia valentía. Es una propuesta valiente que se posiciona como una distensión, pero también como una reflexión importante.
Nota: 7/10