“Vertige” no es una película que te asusta en el sentido tradicional, con sustos repentinos y criaturas amenazantes. En cambio, la película de la directora Ursula Renwick logra construir una atmósfera de terror psicológico tan efectiva como palpable. La historia, sencilla pero profundamente inquietante, se centra en un grupo de amigos que, impulsados por un deseo de revivir viejos lazos y escapar de la rutina, se aventura a escalar una montaña imponente. Lo que comienza como un escape, una búsqueda de adrenalina y, quizás, de redención personal, rápidamente se transforma en una experiencia que los confronta a sus propios miedos y a secretos ocultos.
La dirección de Renwick es meticulosa y consigue transmitir con gran maestría la sensación de claustrofobia, tanto física como emocional. Utiliza la inmensidad del paisaje para subrayar la vulnerabilidad de los personajes, mientras que la fotografía, con sus tonalidades grises y azules, contribuye a crear una atmósfera opresiva y desoladora. El ritmo de la película es deliberadamente pausado, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente, y ello es fundamental para que el espectador se sumerja en la angustia de los protagonistas. No se apresuran los momentos de introspección, ni las miradas significativas que revelan la complejidad de las relaciones entre los personajes. Es un ejercicio de maestría en la construcción del suspense.
El reparto ofrece interpretaciones sólidas, aunque la película no les brinda oportunidades para mostrar un gran despliegue de talento. Chloé, interpretada por Adèle Haenel, es el eje central de la narrativa y su actuación transmite de manera convincente el conflicto interno de una mujer que lucha contra sus demonios. Guillaume, el personaje de Vincent Cassel, aporta una presencia imponente, aunque su personaje permanece, en parte, en la sombra. Los otros miembros del grupo también cumplen su función de manera efectiva, contribuyendo a crear un microcosmos social donde la tensión y la desconfianza mutua se hacen evidentes. La dinámica entre los personajes es compleja y, a veces, perturbadora.
El guion, aunque no particularmente original en su premisa, destaca por su capacidad para sugerir más de lo que dice. La película se basa en la insinuación, en el subtexto, para generar la mayor parte de su impacto. El misterio que se va desplegando a medida que avanza la historia es inquietante y mantiene al espectador en vilo. El final, aunque ambiguo, es particularmente impactante y deja abiertas interpretaciones que invitan a la reflexión. La película aborda temas como el pasado, la culpa, la soledad y la fragilidad de la condición humana, planteando preguntas sobre la naturaleza del miedo y la redención. Es una película que te queda en la memoria, a pesar de su relativa brevedad.
Nota: 8/10