Vértigo (1958)

‘Vértigo’ (1958), dirigida con maestría por Alfred Hitchcock, es mucho más que un thriller policíaco. Es una profunda exploración de la obsesión, la identidad y la fragilidad de la percepción, un relato psicológico que se arraiga en la mente del espectador mucho después de que las luces se encienden. La película no solo se centra en la investigación de un asesinato, sino en la lucha interna de Scottie Fergusson, interpretado con una sutileza absoluta por James Stewart. Su vértigo, físico y emocional, es el catalizador que revela una realidad distorsionada y la obsesión enfermiza que lo consume.

La dirección de Hitchcock es, como siempre, impecable. Evita los trucos espectaculares habituales en el cine de suspense de la época, optando por la atmósfera y la sugerencia. La tensión no proviene de la acción directa, sino de la creciente paranoia de Scottie y de la atmósfera opresiva que Hitchcock construye con maestría. El uso del color, especialmente el verde, se convierte en un símbolo recurrente de la enfermedad y la distorsión, realzando el efecto psicológico. Hitchcock, además, juega constantemente con el punto de vista del espectador, invitándonos a cuestionar lo que vemos y a dudar de la realidad que Scottie percibe. La película es un ejercicio de control y manipulación visual que impacta profundamente.

James Stewart ofrece una actuación magistral. Su interpretación es notablemente sutil, transmitiendo la angustia, la vulnerabilidad y la desesperación de Scottie con una economía de gestos y expresiones. Su Scottie no es un héroe clásico; es un hombre roto, atrapado en una pesadilla personal. Kim Novak, en su primera gran aparición en pantalla, aporta una belleza inquietante a Madeleine, una mujer cuya apariencia idealizada esconde una profunda oscuridad. Su interpretación, aunque a veces criticada por ser demasiado estilizada, encaja perfectamente con la atmósfera lúgubre y melancólica de la película. La relación entre Scottie y Madeleine es el corazón de la película, un triángulo amoroso distorsionado por la paranoia y la obsesión.

El guion, adaptado de la novela de Philip K. Dunne, es complejo y ambivalente. La trama, inicialmente un caso policial aparentemente sencillo, se transforma en una meditación sobre la naturaleza de la identidad y la fragilidad de la percepción. La película plantea preguntas inquietantes sobre la posibilidad de crear una identidad falsa, la obsesión por el pasado y la locura. El final, especialmente controvertido, desafía la noción tradicional de resolución de un thriller, dejando al espectador con una sensación de inquietud persistente. No busca respuestas fáciles, sino que plantea interrogantes sobre la naturaleza humana y los límites de la realidad.

‘Vértigo’ no es una película fácil de ver. Es una obra de arte compleja, perturbadora y profundamente satisfactoria. Es una película que se queda grabada en la memoria, invitando a la reflexión y a la discusión. Es, sin duda, una de las obras maestras de Alfred Hitchcock, y una de las más influyentes en la historia del cine.

Nota: 9/10