Very Annie Mary (2001)

“Very Annie Mary” es una película que, lejos de ser un mero melodrama familiar, se erige como una meditación sobre la resiliencia y el poder transformador del arte. Dirigida por Charlotte Davis, la película se desarrolla en el idílico, pero también inquietante, paisaje de las Tierras Altas de Gales, específicamente en un pueblo ficticio llamado Ogw, donde la vida rural se aferra a las tradiciones y las dificultades económicas. La historia se centra en Annie Mary Pugh, interpretada magistralmente por la joven Rowan Atkinson, una mujer joven que debe asumir el cuidado de su padre tras un devastador derrame cerebral. Esta situación, lógicamente, la obliga a abandonar su sueño de convertirse en cantante y a enfrentarse a un futuro incierto, pero también le ofrece una inesperada oportunidad para redescubrir su voz y su propósito.

La dirección de Davis es delicada y observadora. Evita el sentimentalismo barato, permitiendo que la historia se desarrolle de forma natural, con un ritmo pausado que refleja la lentitud de la vida en el pueblo y la lucha interna de Annie Mary. La cinematografía de David Davies es, sencillamente, sublime. Captura la belleza agreste de la región, desde las imponentes colinas cubiertas de niebla hasta la luz difusa que se filtra entre los árboles, creando una atmósfera melancólica pero también evocadora. La banda sonora, compuesta por Matthew Jenkins, no es solo un acompañamiento, sino un personaje en sí mismo, tejiendo una red emocional que subraya los sentimientos de aislamiento, anhelo y esperanza.

Rowan Atkinson, más allá de su fama como comediante, demuestra una gran versatilidad interpretativa. Su Annie Mary no es una heroína tradicional; es una joven insegura, vulnerable y atormentada por el pasado. Sin embargo, en el proceso de cuidar a su padre y de intentar reconstruir su vida, revela una fuerza interior que se nutre de su pasión por la música. La química entre Atkinson y el veterano Gerald Warner, quien interpreta a su padre Jack, es palpable y conmovedora. Warner ofrece una interpretación sutil y conmovedora, transmitiendo el dolor de la pérdida y la gratitud por la compañía de su hija. Las escenas que comparten son las más resonantes de la película, cargadas de una profunda conexión emocional.

El guion, escrito por Davis y Alun Evans, se adhiere a una narrativa realista sin perder de vista el potencial dramático de la historia. La película explora temas como el aislamiento rural, la dependencia familiar, la pérdida y la búsqueda de la identidad, pero lo hace con una sensibilidad y una autenticidad que la elevan por encima de la mera descripción. No rehúye la dureza de la vida en el campo, mostrando las dificultades económicas y las limitaciones que la sociedad impone a las mujeres en un entorno rural. A pesar de su melancolía, “Very Annie Mary” no es una película sombría; ofrece un mensaje de esperanza y una celebración de la capacidad humana para superar la adversidad. La película no busca dar respuestas fáciles, sino plantear preguntas sobre qué significa la independencia, la responsabilidad y el amor.

Nota: 8/10