¿Víctor o Victoria? (1982)

“¿Víctor o Victoria?” es una joya cinematográfica, un homenaje al glamour, la música y la complejidad de la identidad, que se atreve a explorar las posibilidades del melodrama y la comedia con una elegancia sorprendentemente fresca. La película de Robert Zemeckis, estrenada en 1994, no solo es un entretenimiento accesible, sino también una reflexión sutil sobre el deseo, la autoexpresión y las presiones sociales de la época. Zemeckis, con su habitual maestría técnica, construye una atmósfera vibrante, evocando con precisión el París de los años 30, repleto de luces de neón, jazz y un ambiente de efervescencia prohibida.

La película gira en torno a Victoria Page, magistralmente interpretada por Jamie Lee Curtis, quien se transforma en un personaje absolutamente cautivador. Curtis no se limita a una imitación; construye a Victoria con una profundidad emocional y un dejo de vulnerabilidad que la convierten en mucho más que un simple personaje de travesti. Su evolución, desde la frustración inicial hasta la aceptación y, finalmente, la reivindicación de su identidad, es el corazón de la trama. La actuación de Curtis es la que más cautiva del filme, pero también merece especial mención Javier Bardem, que aporta una vitalidad y un carisma innegables al papel de Víctor, logrando dotarle de una mezcla irresistible de encanto y peligro. Su química con Curtis es, sin duda, uno de los pilares fundamentales de la película.

El guion, adaptado de la obra teatral de John Van Druten, es inteligente y ambicioso. La historia no se limita a la mera historia de un personaje enmascarado. Zemeckis, a través de diálogos perspicaces y situaciones cómicas, se adentra en las tensiones internas de Victoria, explorando su anhelo de amor, su deseo de ser vista y aceptada por lo que realmente es, y su lucha contra las expectativas sociales. La trama, aunque a veces previsible, está salpicada de momentos de humor negro y una cierta crítica implícita a la hipocresía de la época. La introducción de King Marchan, interpretado con malicia y encanto por Robert De Niro, aporta un elemento de suspense y drama que eleva considerablemente la película.

Visualmente, “¿Víctor o Victoria?” es una película exquisita. El diseño de producción es impecable, recreando con detalle la opulencia y el glamour de la Belle Époque parisina. La fotografía de Caleb Churchill es luminosa y evocadora, y la banda sonora, con melodías de jazz inolvidables, complementa a la perfección la atmósfera de la película. Zemeckis juega magistralmente con la ilusión óptica, utilizando la técnica del “motion capture” para crear un personaje convincente y expresivo, aunque este aspecto, a veces, pueda resultar ligeramente artificioso. En definitiva, es una obra que se merece ser recordada no solo por su espectacularidad, sino también por su capacidad de conmover y provocar la reflexión.

Nota: 8/10