Vidas ajenas (2004)

“Vidas Ajenas” es, en su esencia, un thriller psicológico que se adentra en la fragilidad de la memoria y la naturaleza constructiva de la realidad. La película, dirigida por Alejandro Amenábar, no busca ofrecer una explosión de acción constante, sino que se centra en la atmósfera, la tensión y, sobre todo, en las sutiles preguntas que plantea sobre la identidad y la percepción. Amenábar, conocido por su maestría en el suspense, construye una narrativa pausada, casi meditativa, que permite que la incertidumbre se filtre lentamente en el espectador, creando una experiencia más inquietante que una persecución desenfrenada.

Angelina Jolie ofrece una interpretación brillante como Illeana Scott, una agente del FBI con un pasado oscuro y una forma de percibir el mundo que la hace excepcionalmente buena para desentrañar el perfil psicológico de un asesino. Su Illeana no es una heroína convencional; es una mujer atormentada, marcada por su propia tragedia, y Jolie la retrata con una vulnerabilidad que otorga una profundidad sorprendente a su personaje. La actuación de Jolie es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Ethan Hawke, por su parte, interpreta a James Costa con una elegancia melancólica, aportando un contrapunto emocional al protagonista, ya que su personaje es un hombre que ha vivido experiencias traumáticas y que, de alguna manera, parece estar conectado con el asesino. La química entre Jolie y Hawke es palpable, creando una dinámica que se vuelve fundamental para el desarrollo de la historia.

El guion, adaptado de la novela homónima de John Le Carré, es inteligente y no escatima en vueltas de tuerca. La construcción de la trama se basa en la incertidumbre y en la ambigüedad, dejando al espectador con más preguntas que respuestas en el momento del desenlace. La película se basa en la idea de que la memoria es un ente falible y que las identidades pueden ser moldeadas por las experiencias que nos marcan. La trama explora la posibilidad de que el asesino esté absorbiendo las vidas de sus víctimas, lo que plantea interrogantes éticos y filosóficos sobre la naturaleza de la conciencia y la moralidad. La dirección de Amenábar es impecable, empleando un uso magistral de la fotografía y la música para evocar la atmósfera opresiva y perturbadora de la historia. El ritmo pausado, a veces lento, se compensa con momentos de tensión intensa y con una resolución final que, aunque contundente, deja un regusto de incertidumbre y reflexión.

En definitiva, “Vidas Ajenas” no es un thriller convencional. Es un estudio psicológico sobre la identidad, la memoria y el impacto del trauma. Es una película que te hace pensar, que te hace cuestionar lo que es real y lo que no lo es, y que te deja con una sensación de inquietud persistente. No se trata de un espectáculo para el entretenimiento inmediato, sino de una experiencia cinematográfica que recompensa la atención y la reflexión del espectador.

Nota: 8/10