Vidas criminales (2013)

“Vidas Criminales” no es un thriller de acción al estilo de “Jackie Brown”, sino una pieza de cine mucho más sutil, un estudio psicológico de la ambición, la decepción y la búsqueda de la redención, ambientado en la decadencia económica de Detroit a finales de los años 70. El director Stuart Kore-Ebers pule el material con una meticulosa atención al detalle, creando una atmósfera densa y opresiva que refleja el estado anímico de sus personajes. La película no busca sorprender con explosiones o persecuciones de alta velocidad; su poder reside en el lento desmoronamiento de las esperanzas de los protagonistas y en la gradual revelación de sus motivaciones.

Las actuaciones son, sencillamente, excepcionales. Samuel L. Jackson ofrece una interpretación magistral como Ordell Robbie, un hombre desencantado y obsesionado con el dinero, pero que, tras años de vivir en un mundo de criminalidad, se encuentra con una profunda sensación de vacío. Su Robbie es cínico, calculador, pero también vulnerable y con momentos de honestidad inesperada. Patricia Arquette, en el papel de Helen Swaylo, la esposa secuestrada, entrega una actuación igualmente memorable. Su Helen es, inicialmente, una mujer de clase alta resentida y manipuladora, pero a medida que la trama se complica, Arquette revela un núcleo de dolor y desesperación que la hace terriblemente humana. La química entre Jackson y Arquette es palpable, construyendo una relación compleja y llena de matices que supera la simple dinámica de captor y secuestrada.

El guion, adaptado de la novela de Robert Daley, es el corazón de la película. Kore-Ebers, junto con los guionistas, no se limita a narrar una historia de crimen; explora la compleja relación entre los personajes y las consecuencias de sus decisiones. La trama, aunque compleja en su desarrollo, se presenta de manera orgánica, permitiendo al espectador reflexionar sobre la moralidad de sus actos y las razones que los impulsan. La película se adentra en la psicología de los personajes, mostrando sus sueños, sus arrepentimientos y sus frustraciones. La diálogos son inteligentes y cargados de significado, y la tensión se construye lentamente, generando una sensación constante de incomodidad y anticipación. La dirección de fotografía, con sus tonos sófisticados y su paleta de colores apagados, contribuye a crear la atmósfera melancólica y desoladora que impregna la película.

Aunque el ritmo puede resultar pausado para algunos espectadores acostumbrados a thrillers más dinámicos, “Vidas Criminales” recompensa la paciencia del espectador con una experiencia cinematográfica rica en detalles, personajes memorables y una reflexión profunda sobre la naturaleza humana. Es una película que invita a la contemplación y que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan rodado. La película no celebra la criminalidad, sino que la disecciona, revelando su lado oscuro y las consecuencias devastadoras que conlleva.

Nota: 8.5/10