Vidocq (El mito) (2001)

“Vidocq (El mito)” es una película de Jean-Pierre Melville que no solo transporta al espectador a la París turbulenta de 1845, sino que lo sumerge en una atmósfera de misterio, intriga y un toque de fatalismo que apenas se ve en el cine de detectives clásico. Melville, un maestro en la creación de atmósferas cinematográficas, logra aquí un retrato visualmente impactante y, sobre todo, psicológicamente complejo del legendario detective Eugène François Vidocq, un hombre más cercano a un antihéroe que a un héroe tradicional.

La película se centra en la obsesión de Vidocq por desentrañar el enigma de "El Alquimista", un criminal que, a través de una máscara macabra que refleja las imágenes de sus víctimas, ha sumido a París en un terror palpable. Pero la verdadera fuerza de la película reside no tanto en la investigación en sí, sino en la exploración de la psique de Vidocq. Jacques Rivière, en un papel que define su carrera, ofrece una interpretación magistral del personaje. Su Vidocq no es un hombre de acción, sino un observador, un analista, un individuo atormentado por su pasado y marcado por un sentido de la justicia retorcido. Rivière transmite con sutileza la complejidad del personaje, mostrando su vulnerabilidad bajo un exterior frío y calculador. La actuación es, sin duda, el pilar fundamental de la película.

Melville construye con maestría la tensión a través de una dirección precisa y un ritmo pausado. La película no se apresura a revelar información, sino que permite que la atmósfera se filtre gradualmente, generando una sensación constante de inquietud. Los planos largos, el uso magistral de la luz y la sombra, y la fotografía en blanco y negro contribuyen a crear un ambiente opresivo y sombrío, que reflejan la corrupción y el caos que carcomen a la sociedad parisina. La banda sonora, minimalista y evocadora, acentúa aún más la sensación de misterio y peligro.

El guion, adaptado de la novela de Prosper Mérimée, se aleja en cierta medida de la narrativa más lineal y convencional del género detectivesco. Se concentra en la presentación de personajes secundarios que, aunque menos desarrollados, aportan matices y controversias a la trama. La película no ofrece una explicación definitiva sobre la identidad del Alquimista, optando por sugerir que el verdadero terror reside en la naturaleza humana, en la capacidad del hombre para cometer actos horribles y en la incapacidad de escapar de sus propios demonios. Esta ambigüedad, lejos de ser una debilidad, se convierte en una fortaleza narrativa que invita a la reflexión y a la relectura. El final, deliberadamente abierto, es un acto de rebeldía estética y un tributo al cine clásico.

En definitiva, "Vidocq (El mito)” es una joya cinematográfica, un drama noir elegante y perturbador que se erige como un referente del género. Es una película que exige una visión atenta y que recompensa al espectador con una experiencia visual y emocionalmente estimulante.

Nota: 8.5/10