Viento de libertad (2018)

“Viento de Libertad” (Der Freiheit Wind) no es simplemente una película sobre la fuga de un par de familias de Alemania del Este; es una inmersión profunda en la desesperación, la ingeniosidad y el espíritu inquebrantable de un grupo de personas que, ante la falta de opciones, se atreven a soñar con la libertad. La cinta, dirigida por Baran bo Odar y Nuri Bilge Aykaç, logra un tono particular, una combinación que equilibra la comedia agridulce con una palpable sensación de amenaza y urgencia. La película no busca un espectáculo grandioso, sino la honestidad cruda de un proyecto a medio hacer, un refugio improvisado contra una realidad opresiva.

La dirección es, sin duda, uno de los mayores atractivos de la película. Bo Odar y Aykaç dominan el ritmo, alternando entre la planificación meticulosa, la construcción del globo –un torbellino de piezas ingeniosas y, a veces, frustrantemente lentas– y la tensión palpable mientras los personajes se acercan a la frontera. No hay bombazos ni explosiones; la amenaza reside en la mirada vigilante de las autoridades, en la incertidumbre del viento, en el miedo a ser descubiertos. La película explora la belleza del trabajo en equipo, la colaboración forzada por la necesidad, y la vulnerabilidad que surge cuando se depende completamente de los demás.

Las actuaciones son sobresalientes. Alexander Fehling y Anna Blaicher interpretan a los padres de la familia, Heinz y Gisela, con una mezcla de desesperación y determinación que es tremendamente convincente. Su relación, marcada por la rutina y la frustración, se convierte en el corazón de la historia. La hija adolescente, Paula, interpretada por Karla Semmé, aporta un toque de inocencia y rebeldía que contrasta con la situación general. El resto del elenco, los amigos y vecinos que se unen a la hazaña, también destacan, cada uno con su propio motivo, su propia vulnerabilidad. Se siente que cada personaje tiene una historia, una razón para arriesgarlo todo.

El guion, escrito por Bo Odar y Ruzgar Reps, se vale de un diálogo sutil y realista, evitando la moralización explícita. La película no juzga el sistema comunista; simplemente muestra las consecuencias de su rigidez en la vida de las personas. La idea central –un globo hecho con materiales reciclados y una mezcla de improvisación y planificación– es, en sí misma, una metáfora del deseo de escapar. El ritmo pausado, aunque puede requerir paciencia por parte del espectador, permite una inmersión completa en el universo de los personajes y la atmósfera opresiva de Alemania del Este. A veces, la lentitud se justifica por la necesidad de mostrar la meticulosa preparación, pero también por la quietud amenazante que impregna la escena.

En definitiva, “Viento de Libertad” es una película conmovedora y original, que ofrece una mirada íntima y realista a la lucha por la libertad. No es un thriller de acción, sino una reflexión sobre la esperanza, la perseverancia y la fuerza del espíritu humano. La película consigue capturar la esencia de un momento histórico y, al mismo tiempo, evoca una sensación universal de deseo de escapar de las limitaciones impuestas.

Nota: 8/10