El nuevo “Viernes 13” no es, precisamente, una revolución. Sean S. Cunningham, el director original, opta por un enfoque que se siente, en gran medida, como una reimaginación cuidadosa y respetuosa del clásico de 1980, más que una radical reescritura. La película no busca romper con la tradición, sino consolidarla, ofreciendo una experiencia familiar para los nostálgicos y una introducción refrescante para las nuevas generaciones. Y en ese sentido, cumple su cometido con éxito, aunque careciendo de la audacia e impacto visceral que, en su momento, definió al original.
La dirección de Patrick Wilson es precisa y eficiente. Logra crear una atmósfera opresiva y siniestra en los bosques de Wisconsin. El uso del color, dominado por la paleta verde y marrón, evoca la naturaleza salvaje y amenazante, un entorno donde la desesperación es palpable. Hay momentos particularmente efectivos, especialmente en la construcción de la tensión antes de que aparezca el asesino, que se basan en el sonido, en la anticipación y en la sugerencia visual más que en el jumpscare barato. Wilson evita la sobreexposición, dejando espacio para la imaginación del espectador, un elemento que, en ocasiones, resuena más fuerte que la violencia explícita.
El elenco principal, liderado por Dylan O’Brien como Clay, ofrece interpretaciones sólidas. O’Brien transmite la vulnerabilidad y la determinación del protagonista de una manera convincente, sin caer en clichés del género. La joven Gemma Arterton, como Krista, aporta una dosis de inteligencia y valentía al grupo, y su relación con Clay se desarrolla de forma natural y gradual. La película cuenta también con un reparto de secundarios, que incluyen a Ortega y Gasset, que contribuye con una presencia inquietante y memorable. No obstante, algunos personajes se sienten un tanto planos y unidimensionales, relegados a roles funcionales dentro de la trama.
El guion, adaptado de un borrador de Victor Miller y revisado por Michael Dougherty y Ryan Barnes, se mantiene fiel a la esencia de la historia original, pero con ciertas modificaciones y añadidos que, en general, se sienten ligeros. La trama es directa y sin demasiados giros inesperados, lo que podría decepcionar a aquellos que buscan una película de terror con una complejidad narrativa excepcional. Sin embargo, el guion se centra en la atmósfera, el suspense y el desarrollo del personaje principal, elementos que sí funcionan con solidez. La idea de un grupo de jóvenes que se adentra en un lugar maldito es un tropo recurrente en el género, pero la película utiliza este cliché con una eficiencia y una autenticidad que compensan la falta de originalidad.
A pesar de sus limitaciones, "Viernes 13" es un entretenimiento sólido y recomendable, especialmente para los amantes del cine de terror clásico. No es una obra maestra, ni revolucionaria, pero cumple su cometido de ofrecer una dosis de sustos y suspense en un entorno familiar y reconocible. El respeto por el original se nota en cada fotograma, y el resultado es una película que, aunque no luce original, disfruta de un atractivo innegable.
Nota: 6.5/10