“Viernes 13. 6ª parte: Jason vive” no es solo una entrega más de la saga, sino una apuesta por la nostalgia, una especie de homenaje torpe y, a veces, desconcertante a los orígenes del terror que ha definido una década de películas. El planteamiento, que implica una búsqueda frenética de la certeza de la muerte de Jason Vorhees, es, en principio, intrigante. La premisa de que Tommy, el chico que lo detuvo en la película original, está obsesionado por el miedo a que Jason no esté muerto, ofrece un punto de partida con potencial para una exploración psicológica más profunda. Sin embargo, lo que finalmente se ofrece es una película que se deja guiar por la tradición más que por la innovación.
La dirección de dj2 (Danny Jingones) se centra, como es habitual, en la atmósfera opresiva y en los sustos fáciles. No se atreve a explorar las tensiones narrativas o a dar profundidad a los personajes. El ambiente del cementerio, con sus sombras, sus elementos naturales y el propio concepto de enterrar a Jason, se utilizan como recursos visuales básicos para generar la sensación de peligro, pero la ejecución carece de originalidad. Se recurre a cortes rápidos, flashbacks y elementos sonoros exagerados, que, lejos de intensificar el miedo, terminan siendo repetitivos y, en ocasiones, incluso irritantes. La banda sonora, omnipresente y a menudo descontextualizada, acentúa este efecto.
Las actuaciones son, en general, mediocres. Jonathan Ahrens, como Tommy, intenta transmitir la angustia y la obsesión, pero su personaje se siente plano y poco convincente. Samara Weaving, quien se encuentra en un momento prometedor de su carrera, aparece en un cameo que, aunque breve, ofrece un destello de su talento. Sin embargo, la película en su conjunto no le da la oportunidad de brillar. El resto del reparto, fundamentalmente jóvenes desconocidos, carece de carisma y profundidad. La actuación de Jason, interpretada por el veterano Matt Duffie, es sorprendentemente convincente, gracias a la caracterización y a la atención al detalle en la máscara y en la forma en que se mueve. Aunque la maquilladora ha hecho un excelente trabajo, es una pena que la máscara, un elemento fundamental del personaje, parezca ligeramente desgastada y poco realista en algunos momentos.
El guion es el punto más débil de la película. Se siente como una colección de escenas independientes, un amalgama de clichés del género slasher. Las “lecciones” que Tommy intenta impartir a su amigo sobre la muerte y el luto son forzadas y poco originales. La trama avanza a un ritmo desigual, con momentos de tensión artificial y otros de flagrante relleno. Se intenta, sin éxito, establecer un vínculo emocional con los personajes, pero la falta de desarrollo de la historia y la superficialidad de los diálogos impiden que el público se involucre. La película, en esencia, se limita a repetir fórmulas probadas, sin aportar ninguna idea nueva ni original. En definitiva, “Viernes 13. 6ª parte: Jason vive” es un ejercicio de nostalgia que, aunque entretenida para los fans más acérrimos, carece de sustancia y de valor duradero.
Nota: 4/10