Viernes 13. 7ª parte: Sangre nueva (1988)

“Viernes 13. 7ª Parte: Sangre Nueva” no es precisamente una obra maestra del horror, ni siquiera una actualización particularmente sólida de la saga. Más bien, es un ejercicio de nostalgia con un presupuesto ajustado, que intenta revitalizar una franquicia que se encuentra en una encrucijada. El reto, como siempre, es explicar cómo se reaviva el ciclo de violencia, y esta vez lo hacen con la telequinesis de Tina Shepherd, una campista con habilidades premonitorias que, sin querer, libera al icónico Jason Voorhees de su prisión acuática. La premisa, aunque no particularmente original, sirve como excusa para una nueva oleada de sangre y terror.

La dirección de Patrick Fischler es competente, logrando mantener un ritmo rápido y lleno de acción. Las escenas de asesinato, por supuesto, son lo más destacado de la película. Se prioriza la atmósfera de terror y el gore, con efectos especiales que, si bien no son de última generación, cumplen su función. El director se esfuerza por crear momentos impactantes visualmente, aunque en ocasiones la sobreexposición del maquillaje y la violencia terminan siendo repetitivas y desensibilizantes. Sin embargo, la falta de una dirección más audaz limita la capacidad de la película para generar momentos realmente memorables. La banda sonora, aunque no destaca, se integra bien en el tono general de la película.

Las actuaciones son modestas. La joven Sydney Sweet, como Tina, ofrece una interpretación decente, transmitiendo la vulnerabilidad y la desesperación de una chica atrapada en una situación infernal. Sin embargo, el resto del reparto se ve afectado por la falta de desarrollo de los personajes. El Dr. Krueger, interpretado por John Davies, es un villano caricaturesco y unidimensional, más interesado en su investigación que en la seguridad de los demás. El propio Jason, gracias al maquillaje y los efectos prácticos, cumple su rol de amenaza implacable, aunque su comportamiento, en ocasiones, carece de la lógica y el miedo que caracterizaron a las entregas originales. La actuación de Linnea Almlöv como la hermana de Tina aporta un matiz de humanidad a la historia, aunque su arco narrativo es ligero y poco desarrollado.

El guion, sin duda, es el punto más débil de la película. Se siente como una colección de clichés del género, con diálogos forzados y situaciones predecibles. La motivación de Jason para matar es vaga y la resolución de la trama es abrupta y poco satisfactoria. La película se aferra a la nostalgia y a referencias a las películas anteriores, pero sin ofrecer ninguna contribución original o significativa a la saga. Se siente como una simple extensión de los tropos ya establecidos, sin un propósito narrativo claro más allá de mantener la franquicia activa. El intento de darle un aire "misterioso" al descubrir el pasado de Jason, derivando en un flashback poco convincente, solo añade más desconexión. En definitiva, “Viernes 13. 7ª Parte: Sangre Nueva” es una película olvidable, una experiencia de terror superficial que no logra conectar con el espectador.

Nota: 4/10