Vikingdom (2013)

“Vikingdom” no es simplemente una película de vikingos; es una inmersión total en un mundo retorcido, brutal y bellamente estilizado. La película se erige como un espectáculo visual, una oda a la grandeza y la decadencia de una Europa en plena transición, una época que se había perdido entre la historia y el mito hasta que esta producción la revivió con una audaz reinterpretación. La dirección de Alex van Warmeramert es firme y decidida, buscando constantemente un equilibrio entre el drama épico y la violencia visceral que define la cultura vikinga.

Uno de los aspectos más destacados de “Vikingdom” es su meticulosa construcción del mundo. El diseño de producción es impecable, transportando al espectador a una Europa de la época que parece sacada de una pintura medieval o de un videojuego de alta resolución. Los escenarios son impresionantes, desde las calles empedradas de las ciudades hasta los bosques densos y las costas salvajes. Los efectos visuales, aunque no siempre deslumbrantes en el sentido convencional, son efectivos para transmitir la escala y el poder de los eventos. Se evita el uso excesivo de CGI y se apuesta por técnicas más tradicionales, lo que confiere a la película una sensación de autenticidad y realismo. Se le ha dado una clara inspiración en las producciones de Zack Snyder, particularmente "300", en su uso de composiciones y paletas de colores intensas. Sin embargo, "Vikingdom" logra superar la mera imitación y establece su propio lenguaje visual único, que se beneficia enormemente de la cinematografía de Ben Rutkowski.

Las actuaciones son sólidos, especialmente en el papel principal, interpretado por Bjørn Hinderaker como un rey vikingo atormentado por visiones y la maldición de sus antepasados. Hinderaker logra transmitir con convicción la complejidad y el conflicto interno de su personaje. El resto del reparto también cumple con su cometido, ofreciendo personajes memorables y carismáticos. Sin embargo, el guion es donde la película tiene sus mayores debilidades. A pesar del inicio prometedor y la ambición visual, la trama se pierde en un laberinto de subtramas y referencias mitológicas que, en ocasiones, resultan confusas e innecesarias. El ritmo es irregular, alternando momentos de intensa acción con secciones más lentas y contemplativas que, aunque ayudan a construir el mundo, también contribuyen a la sensación de falta de cohesión. El uso excesivo de elementos legendarios, aunque añade un toque de magia, a veces restringe la credibilidad de los eventos.

A pesar de sus fallos narrativos, “Vikingdom” es una película que merece la pena ver, especialmente para aquellos que disfrutan de las películas de acción épicas con un toque de fantasía. Es un espectáculo visual impactante que ofrece una visión fresca y original de la cultura vikinga, ofreciendo una sensación de aventura que pocas películas logran transmitir. Su ambición es admirable, y aunque el resultado no sea perfecto, deja la puerta abierta a un desarrollo futuro que podría consolidar la franquicia. La película es un experimento cinematográfico audaz y, en definitiva, entretenido.

Nota: 7/10