Villaviciosa de al lado (2016)

“Villaviciosa de al lado” no es una comedia ligera, aunque la premisa inicial sugiera lo contrario. Esta película, dirigida por Fernando León Saez, es una disección psicológica, un análisis profundo de la banalidad, la envidia y la autodestrucción que acechan bajo la superficie del pequeño pueblo asturiano de Villaviciosa. La historia, centrada en la familia de Teo, un hombre anodino y frustrado que gana la lotería, se convierte en un conducto para explorar las fragilidades del carácter humano y las consecuencias imprevistas de la súbita riqueza. León Saez no recurre a gags fáciles ni a situaciones absurdas, sino que construye un ambiente opresivo, un retrato fidedigno de una sociedad pequeña y llena de secretos, donde la honestidad es un lujo que pocos se pueden permitir.

Las actuaciones son, en su conjunto, sobresalientes. Roberto Álamo, en el papel de Teo, ofrece una interpretación magistral. No se trata de una comedia de errores, sino de un hombre que, sorprendido y abrumado por su inesperada fortuna, se ve obligado a confrontar sus propios demonios. Su evolución, lenta y aterrada, es el eje central de la película. El resto del elenco, formado por actores locales, contribuye a crear un retrato colectivo de la comunidad, con personajes complejos y ambiguos. No hay héroes ni villanos en “Villaviciosa de al lado”, solo individuos marcados por sus deseos, sus miedos y sus frustraciones. Especial mención merece María Morales como Carmela, la vecina de Teo, una mujer enigmática que encierra un pasado turbio y que se convierte en un catalizador de la desintegración familiar.

El guion, cuidado en cada detalle, es el corazón de la película. Fernando León Saez evita la simple narración de la trama y se enfoca en la atmósfera, en el silencio, en las miradas, en las conversaciones entre los personajes. La película se construye a través de la observación, del diálogo sutil y de la ambigüedad. No ofrece respuestas fáciles y deja al espectador con la sensación de que, al igual que los personajes, no sabe realmente qué está pasando. El final, deliberadamente abierto, invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y sobre el precio de la felicidad. La fotografía de Luis Méndez, con sus colores apagados y su perspectiva descendente, acentúa la sensación de claustrofobia y de pérdida de control. El sonido, por su parte, juega un papel fundamental, contribuyendo a la creación de una atmósfera tensa y opresiva. “Villaviciosa de al lado” no es una película que se olvida fácilmente. Su fuerza reside en su capacidad para inquietar y para provocar una profunda reflexión sobre nuestros propios deseos y nuestras propias limitaciones.

No es una película para todo el mundo. Requiere paciencia y una mente abierta. Pero para aquellos que estén dispuestos a sumergirse en su atmósfera densa y a prestar atención a los detalles, “Villaviciosa de al lado” es una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una película que te persigue mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8.5/10