Noche de paz (2022)

“Noche de Paz” es una explosión de violencia navideña que sorprende por su crudeza y su giro inesperado, aunque en última instancia no logra consolidarse como una obra maestra. La película, dirigida por Lee Thompson Zuckerman, se atreve a subvertir las expectativas asociadas con el espíritu navideño, proponiendo una historia de intriga, secuestro y venganza que, aunque bien ejecutada en algunos aspectos, carece de la profundidad y complejidad que se esperaría de un thriller de acción. La premisa, de ser atractiva a primera vista – un grupo de mercenarios irrumpe en un hogar familiar durante la noche de Navidad, secuestra a todos y se encuentra con la sorprendente presencia de un Santa Claus renegado – no se explora completamente, quedando reducida a una serie de escenas de acción frenéticas.

David Harbour, como el Santa Claus, es el corazón y, afortunadamente, la mejor parte de la película. Su interpretación es magistral, ofreciendo una mezcla palpable de seriedad, vulnerabilidad y, por supuesto, un toque de humor negro que contrasta con la violencia que rodea a su personaje. Harbour no se limita a una mera caricatura navideña; profundiza en la oscuridad que acecha debajo de la fachada de la imagen tradicional de Santa, revelando un hombre atormentado por un pasado trágico y decidido a reclamar la justicia que le fue negada. El resto del elenco, aunque competente, no alcanza el mismo nivel, especialmente los actores que interpretan a los mercenarios, quienes carecen de la profundidad necesaria para hacerlos personajes memorables. Su ejecución es funcional pero carente de matices, lo que resta tensión a las escenas de confrontación.

La dirección de Zuckerman se distingue por su ritmo trepidante y su uso efectivo de la fotografía, creando una atmósfera opresiva y claustrofóbica que atrapa al espectador en el caos del evento. El uso de la iluminación y los ángulos de cámara contribuyen a generar una sensación de peligro constante, intensificando las escenas de acción. Sin embargo, la dirección también se ve limitada por la falta de tiempo para desarrollar los personajes secundarios y explorar las motivaciones de cada uno. El guion, escrito por Ryan Finch y Ryan McGinley, se centra principalmente en la acción, dejando de lado las sutilezas que podrían haber enriquecido la historia. Los diálogos, en general, son funcionales, pero carecen de ingenio y profundidad. Las tramas secundarias, introducidas de forma repentina, se ven truncadas y no logran un desarrollo satisfactorio.

A pesar de sus defectos, “Noche de Paz” ofrece momentos de genuino entretenimiento y un giro argumental inesperado que justifica la ida al cine. La acción es intensa y bien coreografiada, y la presencia de David Harbour eleva considerablemente la calidad de la película. No obstante, la historia se siente superficial y el guion, demasiado dependiente de clichés del género. Si buscas una película de acción navideña explosiva y con un giro sorpresa, “Noche de Paz” puede satisfacer tus expectativas, pero no esperes una obra de arte cinematográfica. Es un entretenimiento rápido y conilípido, que se queda en la memoria como una experiencia visualmente estimulante pero emocionalmente distante.

Nota: 6/10