“Violeta se fue a los cielos” es un ejercicio de cine profundo, una incursión en la psique turbulenta y fascinante de una de las artistas más complejas y controvertidas de Chile. La película, dirigida por Daniela Thomas, no ofrece un biopic convencional, sino una reconstrucción fragmentada y emocionalmente resonante del universo interior de Violeta Parra, basada en el libro de su esposo, Ángel Parra. La película se atreve a explorar las contradicciones inherentes a su personalidad, a la vez que la exhibe como una figura contradictoria, vulnerable y ferozmente creativa.
La dirección de Thomas se distingue por su apuesta por la inmediatez, la sensación de estar en el proceso creativo de Violeta. Las escenas son breves, casi como pinceladas, que invitan al espectador a sumergirse en las emociones y el caos mental de la artista. El uso del color es particularmente efectivo, con paletas vibrantes que reflejan la intensidad de su arte y su vida. No se busca una línea temporal lineal; más bien, el guion nos presenta momentos, recuerdos, sueños y frustraciones que se entrelazan de forma poética, como si la película fuera un collage visual y sonoro de su existencia.
María de Medeiros ofrece una interpretación magistral de Violeta. Más que una imitación, se sumerge completamente en la figura, transmitiendo no solo la intensidad de su voz y su espíritu desafiante, sino también la fragilidad y el dolor que subyacen a su exterior. La química entre de Medeiros y los actores que la rodean es palpable, particularmente en la interpretación de su esposo, Juan Parra, quien aporta una quietud y una profundidad emocional que complementan a la perfección la energía desbordante de Violeta. La película logra capturar la compleja dinámica de un matrimonio que a la vez fue su mayor apoyo y su mayor tormento.
El sonido juega un papel crucial en “Violeta se fue a los cielos”. La banda sonora, que incluye versiones originales y reinterpretaciones de sus canciones, y la incorporación de instrumentos inusuales como la corneta, crean una atmósfera onírica y evocadora. La película no se limita a presentar las canciones de Violeta; las utiliza como herramientas para acceder a sus emociones más profundas, para revelar su mundo interior. El resultado es una experiencia audiovisual que va más allá de la mera narración; es una inmersión sensorial en la mente de una artista que, a pesar de su éxito, nunca encontró la paz.
En definitiva, "Violeta se fue a los cielos" es una película audaz, conmovedora y profundamente personal. Es una obra que desafía al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de la creatividad, el amor, la pérdida y la búsqueda de la identidad. No es una película fácil de ver, pero sí es una experiencia cinematográfica inolvidable.
Nota:** 8/10