VIPs (2011)

“VIPs”, la última incursión de Andrey Pechmann, es un thriller psicológico que se adentra en la inquietante dualidad de la identidad y la búsqueda de la aprobación, a través de la mirada de Marcelo, un hombre que vive constantemente a través de la máscara. La película no ofrece una narrativa lineal, sino una serie de fragmentos, de flashbacks y de perspectivas cambiantes que te obligan a reconstruir la historia y, lo que es más importante, el personaje de Marcelo. Pechmann no pretende dar respuestas fáciles; en cambio, plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza de la identidad, la falta de autenticidad y el precio que pagamos por la aceptación social.

La dirección de Pechmann es magistral. Evita la sobreexposición visual, permitiendo que la tensión y la incertidumbre se construyan lentamente a través de la atmósfera, el sonido y, sobre todo, la mirada de los personajes. La cinematografía, a menudo oscura y claustrofóbica, refleja el estado psicológico de Marcelo: un hombre atrapado en un laberinto de falsedades. El uso de planos cerrados y primeros planos intensifica la sensación de incomodidad y de que algo no está del todo bien. Sin embargo, hay una belleza inquietante en esta meticulosa construcción de la incomodidad, que recuerda, en cierto modo, al trabajo de Denis Villeneuve.

La película se centra en Marcelo (interpretado con una intensidad conmovedora por Matheus Nachtergaele), un hombre que dedica su vida a reinventarse constantemente, adoptando identidades para escapar de su propia insatisfacción y de la sombra de su padre. La actuación de Nachtergaegaele es, sin duda, el corazón de la película. No busca crear un héroe redimido, sino un ser atormentado, vulnerable y profundamente en conflicto. Su mirada, llena de confusión y deseo, es suficiente para transmitir la complejidad del personaje. La química que se establece entre Nachtergaele y la actriz que interpreta a su madre (Laura Mann), amplifica la sensación de que la familia está dividida por un secreto inconfesable. Otros actores secundarios, como o Marlon Teixeira como el empresario Henrique Constantino, contribuyen a la sensación de artificio y de que todos están jugando un papel.

El guion, adaptado de la novela homónima de Ricardo Peixoto, es elegante y sutil. La película no ofrece explicaciones explícitas para las acciones de Marcelo, dejando que el espectador interprete las motivaciones del personaje. La narrativa fragmentada puede resultar desconcertante al principio, pero a medida que avanzas en la historia, la complejidad se convierte en una herramienta poderosa para revelar la verdadera naturaleza de la identidad de Marcelo y su relación con su pasado. Sin embargo, la película podría beneficiarse de un desarrollo más profundo de los personajes secundarios, que a veces se sienten un tanto planos e unidimensionales. A pesar de esto, la película consigue crear una atmósfera opresiva y llena de suspense, dejando al espectador reflexionando sobre las consecuencias de la impostura y la búsqueda de la identidad.

Nota: 7.5/10