Vírgenes modernas (1928)

“Vírgenes Modernas” es un thriller psicológico que, a pesar de sus pretensiones de ser un comentario sobre la superficialidad y las expectativas sociales, termina siendo una experiencia cinematográfica con matices, pero que no logra alcanzar la profundidad que anhela. La película, dirigida con un estilo visualmente limpio y pulido por Johnathan Ellis, se beneficia de la fotografía de Sarah Jenkins, que logra crear atmósferas tensas y, a veces, inquietantes, que complementan de forma efectiva la narrativa. Sin embargo, la estética, aunque cuidada, no logra ocultar las debilidades del guion.

La premisa, la manipulación de la identidad para ganar la atención de un hombre rico, es inherentemente interesante y ofrece un punto de partida sólido. La película explora la fragilidad de las apariencias y cómo la búsqueda del amor y la validación puede llevar a las personas a adoptar máscaras. Sin embargo, el guion, a cargo de la propia Ellis, se adentra en terreno complicado con una ejecución un tanto irregular. Hay momentos de brillantez en la construcción de la tensión, donde el juego entre las dos mujeres –Diana y Ann– se vuelve particularmente seductor, pero también hay pasajes que se sienten forzados y carentes de sutileza. El ritmo, a pesar de la atmósfera constante de inquietud, se tambalea, con largos momentos de espera interrumpidos por explosiones de violencia inesperadas que parecen desconectadas del resto de la película.

El verdadero corazón de la película reside en las interpretaciones de las protagonistas. Elle Woods, como Ann, ofrece una actuación cautivadora, retratando la ambición desmedida y la falta de empatía con una frialdad encantadora y un carisma magnético. Su personaje es, sin duda, el más complejo y el que mejor logra transmitir la deshumanización que acompaña a su estrategia. Por otro lado, la interpretación de Chloe Parker como Diana es más sutil, pero igualmente convincente. Parker logra transmitir el dolor y la desesperación de una mujer que se siente abandonada por el hombre que ama, aunque su personaje, en general, carece de la profundidad necesaria para justificar su permanencia en la historia.

El director Ellis parece estar intentando explorar temas de poder, control y la distorsión de la identidad en el mundo moderno. La película, a veces, evoca a obras como "El Gran Mecano" de David Lynch, pero carece de la atmósfera onírica y la ambigüedad esencial de ese clásico. La resolución, aunque impactante, no está completamente justificada por lo que precede. Es un giro argumental interesante, sí, pero que podría haber sido construido con mayor cuidado para resultar más orgánica y creíble. La película, en última instancia, es un intento interesante, pero que, por sufre fallas en el guion y la falta de una conexión emocional más profunda con los personajes, no logra alcanzar su máximo potencial.

Nota: 6/10