Visión. La historia de Hildegard Von Bingen (2009)

“Visión. La historia de Hildegard von Bingen” es una película que se presenta como una biografía, pero que, en realidad, se siente más como un experimento poético, una inmersión en la mente de una mujer singular cuya vida desafió las convenciones de su tiempo. Barbara Sukowa entrega una interpretación magistral, no en el sentido de imitar a la monja, sino de convertirse en ella: la mirada, la postura, la lentitud del habla, todo transmite una profunda conexión con el alma de Hildegard. No es una recreación literal, sino una evocación que da a entender, sin necesidad de explicitar, la complejidad de su ser.

La dirección de Dietrich Schoenbach es, sin duda, el punto fuerte de la película. Se aleja deliberadamente de la linealidad temporal, optando por una narrativa fragmentada, onírica, casi como si Hildegard estuviera compartiendo sus visiones directamente con nosotros. El film está visualmente impresionante, utilizando una paleta de colores terrosas y luminosas que reflejan tanto la naturaleza que rodea a Hildegard como las intensas visiones que experimenta. El uso de la luz y la sombra es exquisito, creando atmósferas que van desde la serenidad del convento hasta la opulencia y el lujo del palacio, y, por supuesto, las extrañas y aterradoras visiones que la atormentan. No es un melodrama convencional, sino más bien una experiencia sensorial que exige atención y una cierta disposición a dejarse llevar por lo incomprensible.

El guion, adaptado de la vida de Hildegard por el guionista Mark O'Connell y la escritora Sarah Walker, no se limita a relatar los hechos biográficos. Se centra en la búsqueda interna de la monja, en su lucha por comprender y articular los mensajes divinos que recibe. La película explora, con una sensibilidad notable, el concepto de la fe, la duda, la enfermedad y la curación. Aunque a veces puede resultar un poco lenta y contemplativa, esto permite al espectador conectar con el universo interior de Hildegard y reflexionar sobre las ideas que eran revolucionarias para su época: la medicina natural, la importancia de la naturaleza, la igualdad entre hombres y mujeres en el conocimiento. El guion evita simplismos y presenta a Hildegard como una mujer que, más que una profeta, era una observadora perspicaz y una investigadora incansable.

La película, sin embargo, no está exenta de fallos. La falta de diálogo en algunas escenas, aunque contribuye a la atmósfera onírica, puede resultar frustrante para algunos espectadores. Además, la representación de las visiones, aunque visualmente atractiva, a veces se vuelve un tanto repetitiva y, en última instancia, pierde un poco de impacto. A pesar de ello, “Visión” es una película que merece ser vista por su valentía y su originalidad. Es una experiencia cinematográfica que nos recuerda la importancia de escuchar a las voces marginadas y de explorar los límites de la percepción humana.

Nota: 7/10