“Vivarium” es una experiencia cinematográfica inquietante y profundamente perturbadora, una cinta que se aferra a la mente del espectador mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar. Dirigida por Okear Skylar y James Ashworth, la película no busca ser un entretenimiento ligero; más bien, se presenta como una distorsión del sueño, una metáfora inquietante sobre la búsqueda del hogar, la responsabilidad y las consecuencias de nuestras decisiones.
La premisa, aunque sencilla, es el punto de partida para una historia que se convierte rápidamente en un laberinto psicológico. Isaac (Harris Dickinson) y Gemma (Emma Corrin) son una pareja joven y aparentemente perfecta, que se ven obligados a participar en un extraño experimento inmobiliario. La dirección de Skylar y Ashworth es magistral en la construcción de la atmósfera. El uso de la repetición visual, las casas idénticas que se extienden sin fin, la paleta de colores apagada y la banda sonora minimalista, contribuyen a un estado constante de incomodidad y desasosiego. No se trata de una estética ostentosa o grandilocuente, sino de un efecto sutil pero devastador sobre el espectador.
Las actuaciones de Dickinson y Corrin son excepcionales. Dickinson, con su mirada vacía y su aparente inocencia, transmite perfectamente la creciente desesperación y la confusión de Isaac. Corrin, en cambio, ofrece una interpretación compleja y perturbadora. Su Gemma se convierte en un foco de nerviosismo y de una vulnerabilidad palpable, mientras su personaje se debate entre la necesidad de satisfacer a Isaac y la innegable sensación de que algo anda terriblemente mal. La química entre ambos actores es fundamental para el impacto emocional de la película, ya que su relación se ve constantemente puesta a prueba en este contexto surrealista.
El guion es, sin duda, el elemento más fuerte de "Vivarium". Evita las soluciones fáciles y, en lugar de ofrecer respuestas, se adentra en las zonas grises de la moralidad y la responsabilidad. La película cuestiona la superficialidad de la búsqueda del "hogar perfecto" y la desconexión que a menudo existe entre la ilusión y la realidad. La trama se desenvuelve a un ritmo deliberadamente pausado, permitiendo que la tensión crezca lentamente, alimentada por la ambigüedad de la situación y la incapacidad de los personajes para tomar el control. La película no se rehúsa a explorar temas complejos como la paternidad, la culpa y la alienación, aunque las presenta de una forma sutil y provocadora. El final, en particular, es impactante y abierto a la interpretación, dejando al espectador con la sensación de que la verdadera pesadilla no reside en las casas idénticas, sino en los propios personajes.
En resumen, "Vivarium" es una película desafiante, perturbadora y memorable, que exige una participación activa por parte del espectador. No es un entretenimiento fácil, pero recompensa la atención y el análisis con una reflexión profunda sobre la naturaleza humana y las responsabilidades que conlleva la vida.
Nota: 8/10