Vive dentro (2023)

“Vive dentro” (titulada en inglés como “Vive Dentro”) es una película que, si bien busca sumergir al espectador en una atmósfera de horror sobrenatural, termina generando una experiencia más melancólica y, a mi juicio, desigual. La historia de Sam, una adolescente india-estadounidense atrapada entre dos mundos, es atractiva en su planteamiento: la tensión generada por las inseguridades culturales, la presión familiar y la creciente amistad con Tamira, una compañera enigmática que guarda un secreto peligroso. Sin embargo, el desarrollo de la trama se siente a veces torpe y la película se aferra a clichés del género de terror, minando su potencial.

La dirección de Ravi Shankar se muestra competente en lo que respecta a la construcción del ambiente, utilizando la luz y la sombra para generar una sensación de inquietud. La estética visual, con colores apagados y una paleta que se intensifica a medida que la presencia demoníaca se vuelve más palpable, es efectiva, aunque a veces excesiva, llegando a sentirse artificial. El uso de la cámara, generalmente enfocada en Sam, nos permite conectar con sus emociones y sus conflictos internos. Sin embargo, Shankar se pierde en momentos en los que la tensión debe ser palpable, recurriendo a efectos especiales que, en general, son de calidad dudosa y que restan credibilidad a la amenaza sobrenatural. La película podría haber logrado un horror psicológico más profundo y perturbador, en lugar de depender demasiado de imágenes impactantes que, en el fondo, no transmiten el verdadero terror.

Las actuaciones son un punto más débil de la película. Priya Menon, quien interpreta a Sam, ofrece una interpretación honesta y transmite de forma convincente sus dudas, miedos y el peso de la responsabilidad que siente al verse involucrada en los sucesos. Sin embargo, el resto del elenco, incluyendo a los padres de Sam y el profesor que busca ayudar a la familia, carecen del carisma y la profundidad necesarios para darles vida. Se percibe una actuación superficial y carente de matices, lo que resta fuerza a las escenas en las que se intenta generar tensión emocional. Particularmente, la caracterización de los padres de Sam, aunque pretendía ser compasiva, cae en estereotipos y clichés familiares.

El guion, a mi juicio, es el elemento más problemático de la película. La historia presenta un buen punto de partida con el conflicto cultural y la amistad en peligro, pero se siente desapasionada y predecible. Los diálogos son a menudo forzados y expositivos, sacrificando la sutileza y la naturalidad. El desarrollo de la trama demoníaca carece de originalidad y se basa en tropos del género, sin profundizar en las raíces culturales o en el significado del mal que se desencadena. Se podría haber explorado más a fondo la conexión entre la historia demoníaca y la cultura india, lo que habría añadido profundidad y significado a la narrativa. Además, la resolución final, aunque ofrece un cierre, se siente apresurada y poco satisfactoria.

Nota: 6/10