“Vivir dos veces” es un drama familiar que se presenta como un relato de búsqueda personal y redención, aunque termina resultando, en última instancia, un ejercicio de sentimentalismo un tanto forzado. La premisa, la desesperada búsqueda de un hombre – Emilio, interpretado con una notable fragilidad por José Luis García Sender – a recuperar un amor de su juventud, es intrigante y ofrece un buen punto de partida para explorar temas como el arrepentimiento, la familia y la segunda oportunidad. Sin embargo, el guion de Juan Diego Solanas, a menudo demasiado artificioso, prioriza la melodramatización sobre el desarrollo de personajes profundos y creíbles.
El viaje de Emilio, Julia (una Anya García-Roa en un papel que, si bien es correcto, carece de la chispa que le daría mayor interés) y Blanca (interpretada con dulzura por Lucia Herrera) se convierte en un vehículo para exponer las mentiras y los secretos que han construido alrededor de su padre. La película, en estos momentos, intenta equilibrar la comedia con el drama, con resultados desiguales. Algunos momentos, especialmente aquellos donde Emilio se enfrenta a las consecuencias de sus actos pasados, logran generar cierta emoción, pero en general, el ritmo se siente irregular y la tensión se diluye en un flujo constante de diálogos expositivos y situaciones poco naturales. El director, Solanas, parece querer abrazar un estilo visualmente atractivo, con colores vibrantes y escenarios exóticos, pero esta estética, en mi opinión, solo sirve para enmascarar las debilidades del guion.
Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. José Luis García Sender, un actor experimentado, ofrece una interpretación conmovedora de un hombre que se enfrenta a la pérdida de su identidad. La química entre él y Lucia Herrera es palpable, aportando un matiz de esperanza y ternura a la trama. No obstante, la interpretación de Anya García-Roa es un punto débil, ya que su personaje parece definido principalmente por su papel de “hija preocupada” y carece de profundidad. Su arco narrativo, en particular, se siente poco explorado y simplificado.
“Vivir dos veces” plantea preguntas interesantes sobre la memoria, el arrepentimiento y la capacidad de cambiar nuestro destino. Sin embargo, la película se pierde en la búsqueda de la lágrima fácil y en la idealización de un pasado que quizás no existió de la manera que se representa. El final, en especial, resulta excesivamente sentimental y poco creíble, desnaturalizando la experiencia dramática que se había construido a lo largo de la película. Aunque la intención es noble, el resultado es una pieza de entretenimiento convencional que, a pesar de contar con actores talentosos, no logra alcanzar la complejidad y el impacto que promete su premisa inicial. En definitiva, es una película con potencial, pero que finalmente se queda corta debido a un guion superficial y a una dirección poco inspirada.
Nota: 6/10