Voluntad de hierro (1994)

“Voluntad de Hierro” (Iron Will, 2017) es, en esencia, una historia de supervivencia reinventada a través del lente del melodrama deportivo. La película, dirigida por Robert Towne, no es una propuesta innovadora en términos narrativos, pero sí logra un impacto emocional considerable gracias a la firmeza de su enfoque y, fundamentalmente, a la magistral interpretación de Michael Shannon. La historia de Will Stoneman, un joven ambicioso que ve su vida universitaria truncada por una tragedia y se ve forzado a convertirse en el principal sostén de su familia, es un relato conmovedor, aunque predecible en muchos aspectos. No obstante, Towne maneja el ritmo con cuidado, permitiendo que el drama personal se desarrolle en paralelo con el arduo desafío del trineo de perros.

La dirección de Towne se distingue por su capacidad para evocar una atmósfera austera y casi documental. La filmación, con sus tomas en 35mm y su sensación de ser grabada en tiempo real, contribuye a la autenticidad de la experiencia. El director se centra en los detalles: el frío glacial, la resistencia física, la lucha constante contra la naturaleza. Sin embargo, este enfoque, aunque efectivo, podría resultar un poco denso para algunos espectadores. La película no se apresura a mostrar la grandeza del paisaje, sino que se concentra en las dificultades del día a día, un punto fuerte que refuerza la sensación de realismo.

Michael Shannon ofrece una actuación que define la película. Su Will es un personaje complejo, atormentado por el duelo, la responsabilidad y la presión financiera. Shannon transmite una vulnerabilidad contenida, una fuerza inquebrantable bajo la superficie. Su presencia es constante y su mirada, cargada de emoción y determinación, se convierte en el corazón de la historia. Las actuaciones de los secundarios son sólidas, especialmente las de Aubrett Hemmelman como la madre de Will, una mujer fuerte y resiliente, y Ben Foster como el hermano de Will, un personaje a veces frustrante pero siempre entrañable.

El guion, aunque no particularmente original en su estructura, cumple su cometido. La premisa de la carrera de trineos de perros como catalizador del drama es creíble y se desarrolla con una lógica interna convincente. Sin embargo, la película no se aventura en la complejidad psicológica que podría haberle dado más profundidad. Se centra más en la acción y el melodrama en el trineo, que se siente a veces un tanto convencional. Se podría haber explorado mejor la relación de Will con su padre, el trauma del duelo y el impacto de la responsabilidad en su crecimiento personal. El ritmo acelerado, especialmente en la segunda mitad, podría haber sido más pausado para permitir una mayor inmersión en las emociones de los personajes.

A pesar de sus posibles deficiencias en el guion, “Voluntad de Hierro” es una película conmovedora que celebra la tenacidad humana y el poder de la familia. Es un melodrama deportivo bien hecho, con una dirección sólida y una actuación excepcional de Michael Shannon. Un reflejo de la lucha por sobrevivir, no solo física, sino también emocional y moral.

Nota: 7/10