Voluntarios (1985)

“Voluntarios” es una película que, en su premisa, promete un thriller socialmente relevante, pero en su ejecución, se desinfla en una experiencia cinematográfica algo predecible y, a veces, frustrante. La historia de Julian, un joven privilegiado que se ve obligado a participar en un programa de voluntariado en Tailandia para saldar deudas de juego, aborda temas como la desigualdad social, la adicción y la desconexión entre las élites y el resto de la sociedad. Sin embargo, la película no logra profundizar lo suficiente en estos asuntos, optando por un ritmo desigual y una trama que se siente, en ocasiones, como un vehículo para la acción más que para la reflexión.

La dirección de Daniel Anker se caracteriza por un estilo visual limpio y moderno, que busca imbuir la película de una atmósfera contemporánea. Se emplean planos bien construidos y una fotografía agradable, que captura la belleza exótica de Tailandia y las duras condiciones en las que se encuentran los voluntarios. No obstante, la dirección carece de una identidad propia y no logra crear momentos realmente memorables. Se recurre con frecuencia a la acción, a menudo de forma gratuita, lo que desvía la atención de los temas que realmente podrían haber sido centrales en la película. La secuencia de persecución final, aunque visualmente atractiva, parece forzada y poco integrada en el desarrollo de la trama.

El reparto es, en general, competente. Ben Barnbrook, como Julian, ofrece una interpretación convincente de un joven en crisis, atrapado en una situación que no eligió. Su evolución a lo largo de la película es lógica, aunque a veces se siente superficial. Las actuaciones de los secundarios, que interpretan a los miembros del cuerpo de voluntarios, son sólidas, pero carecen de profundidad. Es notable la presencia de actores como David Sakurai, que aporta un peso dramático importante a su personaje, mostrando con creces la vulnerabilidad de aquellos que buscan una redención. Pero el guion, la principal debilidad de la película, no les proporciona el material suficiente para desarrollar sus personajes de manera significativa.

El guion, escrito por Anker y Barnbrook, presenta algunos momentos interesantes, pero su ritmo es irregular y su trama carece de originalidad. La premisa es intrigante, pero la película se centra demasiado en la acción y en los clichés del thriller, relegando a un segundo plano la exploración de los temas sociales que plantea. Los diálogos son, en su mayoría, funcionales, sin aportar mayor valor a la historia. El desarrollo de la relación entre Julian y su compañero de voluntariado, interpretado por el experimentado Jason Clarke, es uno de los puntos fuertes de la película, ofreciendo algunos momentos de genuino calóricamente. Sin embargo, la relación se siente apurada y no está suficientemente desarrollada, quedando como un elemento secundario en la trama principal.

En definitiva, “Voluntarios” es una película que podría haber sido mucho más. Con una premisa sólida y un reparto talentoso, se le habría dado un buen desarrollo. Pero, en última instancia, la película se desvía del potencial que tiene, quedando como una experiencia cinematográfica olvidable, que ofrece entretenimiento superficial a costa de una reflexión profunda. Se siente como una oportunidad perdida.

Nota: 6/10