Volverán los prados (2014)

“Volverán los prados” no es una película que se disfruta en el sentido convencional del término. No ofrece un entretenimiento fácil o una narración lineal que se desarrolle a un ritmo pausado y satisfactorio. En cambio, nos entrega una experiencia cinematográfica visceral, una inmersión profunda en el horror existencial del frente de trincheras durante la Primera Guerra Mundial. La película de la directora Alma S. Guerra, lejos de buscar efectos especiales grandilocuentes, se centra en la lenta e implacable erosión de la cordura y la esperanza en un lugar donde la muerte acecha a cada paso.

La película transcurre en un único y claustrofóbico escenario: las mesetas españolas en 1917. La noche, la lluvia, la niebla y la omnipresente amenaza de la artillería se combinan para crear una atmósfera de terror psicológico constante. La directora sabe utilizar la cámara de manera magistral, empleando tomas largas y deliberadas que se resuelven en silencios prolongados, intensificando la sensación de vulnerabilidad y aislamiento. La música, minimalista y evocadora, contribuye a la atmósfera opresiva sin recurrir a melodías heroicas o dramáticas. El sonido, además, es crucial; el crepitar del fuego, el goteo del agua, el crujido de la tierra bajo los pies... cada detalle contribuye a la sensación de estar realmente presente en ese infierno terrenal.

Las actuaciones son excepcionales. Miguel Ángel Soto, como el sargento Benito, transmite una angustia contenida y una resignación aterradora. Su personaje no es un héroe valiente, sino un hombre que ha perdido la fe y que lucha por aferrarse a lo último: su propia humanidad. El resto del elenco, compuesto por actores desconocidos en gran medida, encajan a la perfección en los roles de soldados desgastados, víctimas de la guerra y de sus propios demonios internos. La cámara no juzga, no idealiza, simplemente observa, documentando el sufrimiento con una franqueza brutal.

El guion, la base de todo, es excepcionalmente sutil. No hay grandes diálogos o escenas de acción que rompan el ritmo. La historia se revela a través de la interacción entre los personajes, sus miradas, sus gestos, sus silencios. La película explora temas como la pérdida, la soledad, el trauma y la fragilidad de la condición humana. La película, sin embargo, no pretende ofrecer respuestas fáciles. Deja al espectador con la sensación de que la guerra no tiene un sentido, y que la supervivencia es un privilegio efímero. La ambigüedad moral, la falta de justificación para la violencia... son elementos clave que definen la experiencia cinematográfica. La dirección de arte, impecable en su representación del entorno y de la ropa de la época, aporta un realismo brutal al relato.

En definitiva, “Volverán los prados” es una película inquietante y profundamente conmovedora que, lejos de buscar el aplauso masivo, busca provocar la reflexión. Es una película que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8/10