“Vox Lux: El precio de la fama” es una película que, a pesar de sus pretensiones de ser una ópera pop sobre el poder de la fama y el trauma, termina siendo una experiencia visualmente impactante pero emocionalmente distante. Tom Hardy dirige, y si bien muestra cierto talento para la fotografía y la composición de planos, la película sufre de una excesiva necesidad de estilo que a menudo eclipsa la narrativa. Se intuye el deseo de crear una experiencia cinematográfica que evoque la magia de la música y la desolación del dolor, pero el resultado es, en última instancia, sobrecargado y poco convincente.
El argumento central, la ascensión meteórica de Celeste (Toni Collette) desde una adolescente traumatizada hasta convertirse en una superestrella pop, es inherentemente interesante. La premisa de que su fama surge de las cenizas de una tragedia nacional añade una capa de complejidad moral y social. Sin embargo, la película se pierde en la documentación de este proceso. En lugar de explorar el impacto psicológico del trauma y la presión mediática, se centra demasiado en la estética y la banda sonora, que, si bien son visualmente atractivas, no logran transmitir una conexión emocional profunda con la protagonista. Collette ofrece una actuación notable, capaz de transmitir tanto la vulnerabilidad de la joven Celeste como la frialdad y la superficialidad de la estrella pop que se convierte.
La dirección de Hardy se manifiesta en el uso de la música y la cámara. Las secuencias musicales son espectaculares, con coreografías elaboradas y escenarios deslumbrantes. Sin embargo, esta exuberancia visual se siente a veces como una distracción, una forma de maquillar el vacío emocional de la historia. Los efectos especiales, particularmente en las escenas de la tragedia original, son impresionantes, pero su uso excesivo contribuye a un tono artificial y distante. El resto del reparto, incluyendo Alexander Skarsgård, entrega actuaciones sólidas, pero se ven eclipsados por la personalidad dominante de Collette. La película podría haber beneficiado de un guion más conciso y centrado, priorizando la exploración de los personajes sobre la mera acumulación de momentos grandiosos.
La película aborda temas como el abuso, la pérdida y la búsqueda de identidad, pero lo hace de una forma a menudo superficial. El guion, aunque no carente de ideas originales, carece de la profundidad necesaria para abordar estos temas con la sensibilidad que merecen. Se percibe un intento de generar controversia, quizá por el controversial mensaje sobre el uso de la fama para tapar las heridas, pero la ejecución no es lo suficientemente convincente como para dejar una huella duradera. “Vox Lux” es, en definitiva, una película que promete mucho, pero que en última instancia no cumple sus ambiciones. Es un espectáculo visualmente llamativo, pero emocionalmente frío y un poco pretencioso.
Nota:** 6/10