Vuelven de la guerra (1947)

“Vuelven de la guerra” (1946) no es una película que redefine el género de la guerra, ni tampoco un drama trascendental, pero sí resulta ser una valiosa y conmovedora secuela de “Los reclutas” (Buck Privates) de 1941. El director Richard Worsley logra mantener una atmósfera de genuina incertidumbre y desesperación, características que definieron la primera entrega, pero esta vez con un añadido importante: la carga emocional de los veteranos que regresan a un país que, en muchos casos, les ha olvidado. La película se centra en la lucha de dos soldados, el taciturno y desilusionado cabo Slicker Smith (Van Johnson) y el amable Herbie Brown (Bing Crosby), para proteger a una huérfana de guerra, Evie, de las garras de la deportación.

El guion, aunque no complejo, está construido con maestría. Worsley sabe cómo desarrollar las relaciones entre los personajes, y la dinámica entre Slicker y Herbie es, en gran medida, el corazón de la película. Su amistad, forjada en el frente, se convierte en la base para su desesperada misión de ayudar a Evie. El guion explora con honestidad la desilusión que sienten muchos veteranos, quienes regresan a un mundo que no comprende sus traumas y que, paradójicamente, no les ofrece un futuro. La amenaza constante del sargento Collins (Victor McLaglen), un hombre cruel y pragmático, añade una tensión palpable, aunque su motivación, aunque justificada por el contexto, resulta algo unidimensional. Sin embargo, la película evita caer en la melodramática exageración, manteniendo un tono realista y, en su mayoría, sutil.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Van Johnson ofrece una interpretación cautivante de Slicker Smith, un personaje cínico pero con un buen corazón. Crosby, como siempre, aporta su encanto y carisma a la pantalla, interpretando a Herbie Brown con la paciencia y el optimismo que caracterizan a su personaje. Victor McLaglen, en el papel del sargento, cumple su función con su habitual presencia imponente, pero carece del matiz necesario para que su antagonismo sea más profundo. No obstante, el talento de McLaglen es innegable.

La película se beneficia de una cinematografía ágil y naturalista, que evoca el ambiente de la posguerra sin recurrir a efectos especiales o ambientaciones artificiales. Las escenas en las calles, las interacciones con la población y los intentos de recaudar fondos para Evie están filmadas con una autenticidad que refuerza la credibilidad de la historia. “Vuelven de la guerra” no intenta competir con las grandes epopeyas bélicas; se contenta con ofrecer una mirada íntima y emotiva a las vidas de aquellos que regresaron de la guerra, y su capacidad para conectar con el espectador a través de la amistad y la necesidad de proteger a un niño lo convierte en una película recomendable, especialmente para los amantes del cine clásico.

Nota: 7/10