Wallace y Gromit: La gran excursión (1990)

“Wallace y Gromit: La Gran Excursión” no es simplemente una película de animación; es un viaje de nostalgia visual y emocional que evoca la magia que caracterizó al legado de Aardman Animations. La película, que se presenta como un homenaje a la perfección a los cortos animados originales, se siente como si el propio Wallace y Gromit hubieran saltado de la pantalla para embarcarse en esta aventura cómica. La premisa, la búsqueda de queso en la Luna, podría parecer simple, pero sirve de excusa para una narrativa que se desarrolla con una gracia y un ingenio inigualables.

La dirección de Ben Wheatley, un nombre más familiar en el cine de terror y suspense independiente, aporta una perspectiva fresca y audaz al universo de Wallace y Gromit. Wheatley no se limita a replicar el estilo visual habitual de Aardman; sino que introduce elementos de ciencia ficción y acción que, aunque a veces difuminan la identidad original de la serie, resultan sorprendentemente efectivos. La película abraza un estilo de animación más expresivo y con un dinamismo mayor, evitando la rigidez que a veces afecta a las películas de animación más tradicionales. Los efectos visuales, aunque no son revolucionarios en términos de tecnología, están perfectamente integrados en el universo de Wallace y Gromit, creando imágenes memorables y evocadoras. Particularmente, la utilización del stop-motion para el paisaje lunar es impactante y sugiere la inmensidad y el peligro del entorno.

Las actuaciones de los protagonistas, realizadas a través de la captura de movimiento, son excepcionales. Benedict Cumberbatch y Stephen Fry, como Wallace y Gromit respectivamente, ofrecen interpretaciones que capturan a la perfección la peculiaridad y el encanto de los personajes. Cumberbatch, en particular, logra transmitir la excentricidad y la obsesión por el queso con una naturalidad que es al mismo tiempo hilarante y conmovedora. La dinámica entre los dos personajes, y su constante frustración mutua, es el corazón de la película. La relación entre ellos no es solo cómica; también revela un cariño profundo y una dependencia mutua, lo cual añade una capa de profundidad emocional a la trama. La voz de Fry es, como siempre, sublime, y eleva el humor del personaje.

El guion, adaptado de la novela gráfica de Judith Flanders, es inteligente y lleno de gags visuales que funcionan a la perfección. La trama, aunque se centra en la búsqueda del queso, está construida alrededor de una serie de obstáculos y situaciones cómicas que mantienen al espectador enganchado. La película aborda temas como la amistad, la familia y la importancia de la perseverancia, pero lo hace de una manera sutil y divertida. El humor es, en esencia, el motor principal de la película. Sin embargo, el guion también explora la idea del archivar y la preservación del conocimiento, lo cual añade una dimensión reflexiva que sorprende y gratifica. La película se burla de la burocracia, el archivado excesivo y la pérdida de la creatividad, lo que la convierte en una comedia social de muy alto nivel.

A pesar de algunas ligeras sobrecargas de acción que podrían haber sido manejadas de forma más sutil, “Wallace y Gromit: La Gran Excursión” es una película que merece la pena ver. Es un guiño nostálgico y divertido a una de las series animadas más queridas del mundo, pero también es una aventura fresca y original que honra el legado de Aardman Animations.

Nota: 8/10