“Wallace y Gromit: La maldición de las verduras” no es simplemente una secuela; es un regreso triunfal al corazón de la comedia británica que amamos. Nick Park y su equipo han logrado crear una película que, aunque mantiene la esencia del legado de la saga, se siente fresca, ingeniosa y sorprendentemente emocionante. La trama, que gira en torno al Concurso Anual de Verduras Gigantes y una amenaza vegetal misteriosa, podría parecer simple al principio, pero es en la ejecución donde reside la verdadera magia de la película.
La dirección de Park es impecable. El uso de la técnica de Stop-Motion está, como siempre, a un nivel asombroso. Cada textura de la piel de Wallace y Gromit, cada hoja en las verduras, cada movimiento de la criatura, es una prueba de la maestría de los animadores. Pero lo que realmente destaca es la habilidad de Park para mantener el ritmo ágil. La película nunca se estanca, utilizando el formato de Stop-Motion para generar momentos de comedia visualmente impactantes, desde las reacciones exageradas de Wallace al ver la bestia hasta las estrategias absurdas para combatir la amenaza vegetal. La paleta de colores es exuberante, reforzando la atmósfera festiva y ligeramente surrealista que caracteriza la saga.
Las actuaciones de Martin Freeman y Eddie McKins como Wallace y Gromit son, una vez más, magistrales. Freeman captura a la perfección la personalidad excéntrica y torpe de Wallace, mientras que McKins aporta una nueva profundidad y sutil sarcasmo al personaje de Gromit. El desarrollo de la relación entre los dos, a pesar de ser una constante, se siente renovada, con momentos de genuina ternura y humor. Sin embargo, el verdadero alivio cómico del film reside en la aparición de Victor Quartermaine (Stephen Merchant), un villano caricaturesco y absolutamente desquiciado. Su personaje, con sus motivaciones ridículas y su incapacidad para conectar con nadie, es una joya del guion.
El guion, co-escrito por Peter Sallis (el fallecido actor) y John Coult, es lo que realmente eleva la película. La historia está repleta de gags inteligentes, diálogos hilarantes y momentos de suspense genuino. La manera en que se explora el tema de la obsesión y la competencia, a través de la figura de Lady Tottington y su deseo de ganar el concurso, es muy efectiva. La trama se complica de forma creíble, y la revelación final del origen de la criatura es tanto ingeniosa como conmovedora. La película no se limita a la comedia visual, sino que también aborda temas como la amistad, la valentía y la importancia de proteger lo que es importante.
En definitiva, "Wallace y Gromit: La maldición de las verduras" es una secuela que no solo cumple con las expectativas, sino que las supera con creces. Es una película imprescindible para los fans de la saga y una excelente opción para aquellos que deseen descubrir el encanto del Stop-Motion. Es una celebración del humor británico y una prueba de que la animación Stop-Motion puede ser, y sigue siendo, una forma de arte poderosa y gratificante.
Nota: 8.5/10