“Wallis & Eduardo: El Romance Del Siglo” es una película que, a pesar de su ambición, no logra alcanzar la grandeza que promete. Dirigida por James Whittingham, la cinta se sumerge en la tumultuosa relación entre el Rey Eduardo VIII y Wallis Simpson, un romance prohibido que desencadenó una crisis constitucional y obligó a Inglaterra a redefinir su monarquía. La película se estructura, en parte, a través de la interconexión de dos líneas temporales: el romance entre el rey y la americana en la década de 1930, y la vida contemporánea de William y Wally Winthrop, un matrimonio en crisis que sirve como contrapunto para explorar temas de deseo, envidia y la fragilidad de las relaciones.
James D'Arcy, como el Rey Eduardo, ofrece una interpretación notablemente sutil y compleja. No cae en estereotipos de monarca rígido, sino que retrata un hombre atormentado por la soledad, el poder y, sobre todo, por su creciente anhelo por Wallis Simpson. Andrea Riseborough, por su parte, encarna a Wallis con una intensidad palpable, transmitiendo la pasión, la rebeldía y la vulnerabilidad de una mujer que desafió las convenciones sociales y las expectativas de su época. Sin embargo, la película a menudo reduce a Wallis a un símbolo de deseo y de transgresión, sin profundizar lo suficiente en su personaje individual y en sus motivaciones. Es frustrante ver a Riseborough mostrar tanta fuerza y determinación, solo para que la narrativa no explore completamente la complejidad de su personaje.
La película no carece de momentos visualmente impactantes. La ambientación de la época es impecable, desde los opulentos palacios de Buckingham hasta los clubes de jazz de la época, y se nota un esfuerzo considerable en recrear la atmósfera de la década de los 30. Sin embargo, la dirección de Whittingham se siente a veces contenida, evitando tomar riesgos audaces. El ritmo es irregular y la película se siente, en ocasiones, como si estuviera dividida en dos partes no completamente unidas. La línea temporal de William y Wally, aunque sirve para introducir elementos de contraste, se siente a veces como un añadido ornamental que no contribuye significativamente al núcleo de la historia.
El guion, escrito por Matthew López y Jim Crabe, se basa en los recuerdos de su abuela, la escritora Victoria Duff Armstrong, quien fue una íntima confidente de Wallis Simpson. Si bien esta base histórica ofrece una perspectiva valiosa, el guion a veces recurre a clichés y a una simplificación excesiva de la dinámica entre los personajes. La película no consigue transmitir la carga emocional que implica la decisión del rey de abdicar, ni la magnitud de las consecuencias políticas y sociales que tuvo su renuncia. La trama no es particularmente innovadora y, en muchos aspectos, se beneficia de la información que Armstrong aporta, pero no logra construir un arco argumental verdaderamente cautivador. El conflicto, aunque presente, no está suficientemente desarrollado, y el espectador no se siente plenamente involucrado en el destino de los personajes.
Nota: 6/10