Waltzing Anna (2006)

“Waltzing Anna” es una película que, a primera vista, podría parecer una simple comedia dramática sobre un médico reacio que encuentra su humanidad en un hogar de ancianos. Sin embargo, la dirección de William Nicholson, con una sensibilidad palpable y un ritmo pausado, logra tejer una historia de redención inesperadamente conmovedora y profunda. Nicholson, conocido por su trabajo en “Un Monstruo Bueno”, demuestra una maestría en la construcción de personajes y en la creación de atmósferas realistas y a la vez poéticas.

La película se centra en Charlie Keegan (Robert Downey Jr., en una de sus interpretaciones más sutiles), un hombre consumido por el éxito profesional y atormentado por su pasado. Downey Jr. ofrece una actuación magistral, transmitiendo la amargura, el sarcasmo y, finalmente, la vulnerabilidad de su personaje. Keegan no es un héroe, sino un hombre imperfecto que se enfrenta a sus propios demonios mientras se ve obligado a interactuar con un grupo de ancianos llenos de historias, peculiaridades y una sabiduría ancestral. La película nunca reduce a Keegan a un simple personaje simpático; lo presenta como un hombre en crisis, obligado a cuestionar sus prioridades y su visión del mundo.

El reparto de ancianos es excepcional. Cada personaje está construido con meticulosidad, con diálogos ingeniosos y con motivaciones creíbles. Desde la excéntrica y manipuladora Señora Elspeth hasta el taciturno y melancólico Mr. Finch, cada uno aporta una capa adicional de complejidad a la narrativa. La química entre Downey Jr. y la cautivadora Anna (Kristen Scott Thomas), la enfermera que llega al hogar, es el corazón de la película. Thomas no solo aporta belleza visual, sino que también ofrece una interpretación madura y reflexiva, representando la necesidad de empatía y comprensión. Su relación, inicialmente tensa y desconfiada, se va desarrollando gradualmente hasta convertirse en un lazo genuino.

El guion, adaptado de una obra de teatro, se beneficia de la fidelidad de la adaptación cinematográfica. Nicholson y el escritor Ben Hecht logran mantener la esencia del drama teatral, pero sin sacrificar el ritmo y la fluidez necesarios para el cine. Las conversaciones entre los personajes, muchas de ellas, son brillantes y reveladoras, abordando temas como la soledad, el amor, la pérdida y el valor de la vida. La película no se limita a mostrar la realidad del cuidado de ancianos, sino que explora las complejidades de la conexión humana, la importancia de recordar el pasado y la búsqueda de significado en un mundo en constante cambio. A pesar de los momentos ligeros, "Waltzing Anna" es, en su esencia, una película sobre la redención y la importancia de abrir el corazón a la experiencia humana.

Nota: 8/10