‘Wayne’s World 2: ¡Qué desparrame 2!’ llega a las pantallas como un testamento a la capacidad de Mike Myers para reinventar un personaje, o más bien, para aferrarse a un vehículo cómico que, a pesar de sus evidentes virtudes, empieza a mostrar las señales de cansancio. La película, que busca recuperar el éxito de la original, se mantiene fiel a la fórmula: un viaje por carretera con gags visuales, referencias a la cultura pop y un humor que se nutre de la exageración y la parodia. Si eres un fanático incondicional de la primera entrega, te sentirás como en casa, pero si esperas una revolución o una exploración más profunda de los personajes, prepárate para decepciones.
La dirección de Sam Raimi, conocido por su trabajo en ‘El Silencio de los Inocentes’ y ‘Spider-Man’, aporta un toque visualmente interesante, aunque sin sorprender. La película es visualmente vibrante, repleta de efectos especiales exagerados y situaciones cómicas que se ven en pantalla. Sin embargo, la dirección no logra inyectar nueva energía a la trama. La película se mueve a un ritmo rápido, pero muchas de las situaciones resultan repetitivas y carentes de una verdadera carga dramática. Raimi parece preocupado más por la apariencia extravagante del material que por dar profundidad a la historia.
El corazón de la película, obviamente, es Mike Myers, quien vuelve a encarnar a Wayne y Garth, con una química innegable. Myers se permite un mayor margen de expresividad y gestualidad que en la primera película, dando vida a los personajes con una energía contagiosa. Pero incluso su talento no es suficiente para compensar un guion que, en el fondo, es sorprendentemente débil. Las nuevas bromas, aunque abundantes, se basan en las mismas fuentes de humor que hicieron famoso a la original: la burla a las convenciones del cine de taquilla, las referencias a la música de los 80 y la locura descontrolada de Wayne y Garth. El desarrollo de los personajes secundarios es lamentablemente superficial, convirtiéndose en meros propulsores de situaciones cómicas sin aportar un valor significativo a la trama.
A pesar de sus defectos, ‘Wayne’s World 2: ¡Qué desparrame 2!’ ofrece momentos de puro entretenimiento, sobre todo si se la consume con la actitud correcta, es decir, dispuesta a aceptar sus limitaciones y a disfrutar del caos que impregna la pantalla. La película es un homenaje, a veces torpe, a un género que ha sido frecuentemente parodiado y, de alguna manera, reivindicado. Es un producto cinematográfico divertido, sí, pero que no llega a ser más que una mera reedición de lo que ya conocemos y amamos de la original. La nostalgia, quizás, es su mayor arma. La película no pretende ser una obra maestra, ni siquiera un clásico instantáneo; simplemente busca recordar a los espectadores a la época dorada de los sketches cómicos y las películas de comedia de acción. Y en ese sentido, cumple su cometido, aunque con un resultado ligeramente desaprovechado.
Nota: 6/10