What We Do Is Secret (2007)

“What We Do Is Secret” no es simplemente la historia biográfica de Darby Crash, líder de los Germs, la banda más icónica y, a la vez, más trágica de la escena punk de Los Ángeles en los años 70. Es un retrato visceral y perturbador de una generación atrapada entre la rebeldía, la desesperación y una profunda incapacidad para conectar, una búsqueda frenética de la autenticidad que finalmente condujo a una destrucción total. La película, dirigida con una intensidad casi frenética por Gregg Araki, se sumerge en la psique fragmentada de Darby, interpretado con una convicción palpable por Daniel Day-Lewis (sí, Daniel Day-Lewis, una decisión arriesgada que se paga con creces). Day-Lewis no se limita a imitar la apariencia o el lenguaje del músico; internaliza la rabia, el desasosiego y la melancolía que lo definieron.

Araki evita la glorificación del punk, preferiendo desentrañar la fragilidad subyacente. La película se centra en las relaciones disfuncionales de Darby con su entonces esposa, Lorna Doom (Alexa Duval), una figura enigmática y atormentada que representa la idealización de la libertad y, al mismo tiempo, la autodestrucción. La relación entre ambos es la columna vertebral emocional de la película, un juego de seducción, rechazo y dependencia que se desarrolla con una complejidad inquietante. La química entre Duval y Day-Lewis es excepcional, transmitiendo una tensión que va más allá de la simple atracción romántica; se trata de dos almas rotas que se buscan, pero que, inevitablemente, se destruyen mutuamente. Pat Smear y Don Bolles, los otros dos miembros fundadores de los Germs, son retratados con un equilibrio adecuado, mostrando la dinámica de un grupo unido por una pasión compartida, pero también por un vacío existencial inmenso.

El guion, adaptado de la autobiografía de Darby Crash, es sorprendentemente sutil. Evita caer en clichés del género biográfico, optando por una aproximación más poética y fragmentada. La narrativa no busca contar una historia lineal, sino recrear la sensación de desorientación y confusión que experimentaba Darby. La banda sonora, compuesta por The Germs, es, obviamente, fundamental. La música no es solo un acompañamiento, sino un personaje más de la película, integrándose perfectamente en la atmósfera de caos y desesperación que la rodea. La fotografía, con su paleta de colores apagados y sus encuadres claustrofóbicos, refuerza esa sensación de opresión y alienación. El uso de flashbacks, aunque a veces un poco forzado, sirve para contextualizar los eventos y revelar las motivaciones ocultas de los personajes.

“What We Do Is Secret” no es una película fácil de ver. Es incómoda, dolorosa y, en ocasiones, profundamente perturbadora. Pero su honestidad brutal, sus actuaciones convincentes y su dirección audaz la convierten en una experiencia cinematográfica memorable y, sin duda, una de las mejores películas del género biográfico de los últimos tiempos. La película invita a la reflexión sobre el precio de la autenticidad, la fragilidad de la identidad y la inevitable pérdida, incluso cuando se lucha contra lo establecido.

Nota: 8/10