When I Grow Up (1951)

“When I Grow Up” no es una película estridente ni llena de cliches adolescentes. Es, en cambio, una meditación sutil y conmovedora sobre el ciclo familiar, la incomunicación y la búsqueda de conexión. La película, dirigida con sensibilidad por Chris Hnatiw, se centra en Josh, interpretado con una autenticidad palpable por el joven Caleb Leverton, un chico que se siente invisible en su propia casa. La película no se basa en grandes momentos dramáticos o giros argumentales complejos, sino en la construcción paciente de una relación padre-hijo, y es ahí donde reside su mayor fortaleza.

La historia, que se desarrolla principalmente en un hogar suburbano, no es particularmente original en su premisa, pero la película logra infundirle una dimensión emocional profunda. Josh, pasando por momentos de frustración y resentimiento, se topa con el diario de su abuelo, un hombre que, en su juventud, enfrentó desafíos similares. A través de las páginas amarillentas, la película ofrece una ventana al pasado, revelando no solo la historia personal del abuelo, sino también una nueva perspectiva sobre las dificultades de la paternidad. La película argumenta, con sutileza, que entender la propia infancia es fundamental para comprender las acciones de nuestros mayores, incluso cuando estas nos resulten frustrantes.

Las actuaciones son, en su conjunto, sobresalientes. Caleb Leverton entrega una interpretación creíble y honesta, transmitiendo la soledad y la confusión de un niño que busca atención. Sin embargo, es la actuación de Tom Wilkinson como el padre de Josh la que realmente destaca. Wilkinson evita la caricatura del padre distante y mecanicista, presentando un hombre roto, cargado de sus propias decepciones y miedos. La química entre ambos actores es excepcional, contribuyendo a la autenticidad de la relación. La película se beneficia de un reparto secundario competente, con destacadas interpretaciones de la abuela, interpretada por Deborah Kara Pratt, y de la madre, con una actuación discreta pero efectiva por parte de Molly Parker.

La dirección de Chris Hnatiw es cuidadosa y deliberada. La película evita el melodrama excesivo, optando por una fotografía natural y una banda sonora discreta que complementa la narrativa. El ritmo es pausado, permitiendo que la historia se desarrolle de forma orgánica. Hay una sensibilidad palpable en la forma en que se filman los pequeños momentos cotidianos, como la preparación de la cena, una conversación casual o una mirada entre padres e hijo. La película no busca la grandilocuencia, sino que se centra en la belleza en lo simple, en las pequeñas alegrías y tristezas de la vida familiar. “When I Grow Up” es, en definitiva, una película sobre la importancia de escuchar, de comprender y de mostrar empatía, temas universales que resuenan con fuerza.

Nota: 7.5/10