Alas blancas (2023)

“Alas blancas” (White Wings) no es simplemente otra película de fantasía adolescente; es una meditación sobre el arrepentimiento, la redención y el poder de la memoria para sanar heridas profundas. Dirigida con una sensibilidad cautivadora por Michael Winterbottom, la película se distingue por su atmósfera onírica y su enfoque en la construcción de mundos internos que reflejan la vulnerabilidad emocional de sus personajes. El director logra un equilibrio delicado entre lo tangible y lo etéreo, utilizando efectos visuales sutiles pero impactantes que contribuyen a la inmersión del espectador en este universo particular.

La película se centra en Julian, interpretado con una honestidad desgarradora por el actor Finn Cole. Su personaje es un producto de un trauma temprano, un chico atormentado por la culpa y la necesidad de pertenecer. Cole ofrece una actuación excepcionalmente matizada, transmitiendo la inseguridad y la rabia latentes en cada mirada. La película se beneficia enormemente de su vulnerabilidad, haciendo que la audiencia se identifique con su lucha interna. La interpretación de Helen Mirren como la abuela, una mujer que ha vivido experiencias devastadoras, es simplemente magistral. No se limita a ofrecer un papel de apoyo; se convierte en el núcleo emocional de la narrativa, aportando una profundidad y una sabiduría inmensas a la historia. La química entre Mirren y Cole es palpable, creando una dinámica que es tanto conmovedora como cautivadora.

El guion, adaptado de la novela homónima de Michael Morpurgo, no se limita a relatar un cuento de fantasía. Más bien, explora temas complejos como la responsabilidad, el perdón y el impacto del pasado en el presente. La trama de la creación de un mundo mágico como refugio es ingeniosa, pero lo verdaderamente valioso reside en el desarrollo de los personajes y en la forma en que su viaje personal se entrelaza con su lucha por superar su propio pasado. No obstante, a veces la narrativa se siente un tanto lenta, y algunos elementos de la trama fantástica podrían haberse desarrollado con mayor detalle. La dirección de Winterbottom evita el sentimentalismo excesivo, optando por una presentación honesta y realista de los personajes, incluso en sus momentos más emotivos.

La banda sonora, combinando melodías clásicas y atmósferas electrónicas, complementa a la perfección la estética de la película. Los escenarios, principalmente en la Cornisa Inglesa, son hermosos y contribuyen a crear una atmósfera de misterio y belleza. El final, aunque abierto a la interpretación, ofrece una sensación de esperanza y reconciliación, dejando al espectador reflexionando sobre el poder del amor y la capacidad de sanar, incluso después de haber sufrido las mayores heridas.

Nota: 7/10