White Noise: Más allá (2005)

“White Noise: Más allá” es una experiencia cinematográfica inquietante y a la vez, profundamente melancólica. La película, dirigida por Mark Z. Diethrich, no busca ofrecer respuestas fáciles ni un melodrama convencional. En cambio, se sumerge en la fragilidad de la existencia, la pérdida y la búsqueda desesperada de conexión en un mundo cada vez más despersonalizado. Es un trabajo que exige atención plena, no una noche de cine ligero.

La película se centra en Jack Billings (Michael Keaton), un docente universitario especializado en la percepción auditiva, un hombre aparentemente normal que se ve destrozado por la repentina muerte de su esposa, Babette (Diane Keaton). La premisa, la posibilidad de conectar con ella a través de un dispositivo experimental, no es meramente una curiosidad técnica. En lugar de ser la solución a su dolor, se convierte en un reflejo de su propia soledad y en una exploración sombría de lo que significa, realmente, estar vivo. Keaton ofrece una actuación magistral, transmitiendo con sutileza el peso del luto, el miedo a la soledad y una profunda vulnerabilidad. Su mirada transmite un dolor que no necesita palabras y, en ocasiones, es el único diálogo efectivo de la película.

Diane Keaton, como siempre, aporta una autenticidad conmovedora a su papel. La dinámica entre Jack y Babette, incluso después de la muerte, es el corazón de la narrativa. La película, en ocasiones, se siente como un diálogo silencioso, una conversación constante sobre el significado de la vida y la inevitabilidad de la pérdida. Sin embargo, la película no rehúye de la ambigüedad. La tecnología de conexión con los muertos es presentada de manera realista, mostrando sus límites y sus posibles peligros, lo que eleva el nivel de la historia y añade una capa de incertidumbre. El uso del sonido, como suele suceder con Diethrich, es particularmente notable, utilizando el ruido blanco y otros efectos auditivos para evocar la sensación de desorientación y el miedo a lo desconocido.

El guion, escrito por el propio Diethrich, es el punto más débil de la película, aunque no por ello, pierde su valor. Si bien las ideas son interesantes y la atmósfera es opresiva y palpable, la narrativa a veces se siente un poco forzada, intentando abarcar demasiados temas a la vez. El tratamiento de la historia que rodea el dispositivo (la crisis de contaminación y el miedo a la muerte) se siente algo superficial en comparación con la introspección personal que se centra en Jack. El uso de elementos surrealistas y oníricos, aunque efectivos, pueden resultar confusos para algunos espectadores. Sin embargo, la película mantiene un ritmo pausado que permite una inmersión profunda en el mundo emocional de sus personajes.

A pesar de sus defectos, "White Noise: Más allá" es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan acabado de rodar. Es una reflexión sobre la fragilidad de la existencia, el poder del amor y el miedo a lo que viene después. Es una experiencia perturbadora y reflexiva que justifica la atención que requiere.

Nota: 7.5/10