“Whitney Houston. I Wanna Dance with Somebody” no es simplemente un biopic, es una inmersión profunda y, a menudo, dolorosa en la vida de una de las voces más icónicas del siglo XX. La película, dirigida por Ryan Murphy, se atreve a desentrañar la complejidad de Whitney Houston, un retrato que trasciende las canciones y los videoclips para mostrar la batalla interna de una mujer que luchó contra el adicción, la presión mediática y las expectativas poco realistas que la rodeaban. Si bien no ofrece una narrativa lineal y cronológica perfecta, Murphy opta por un enfoque más emocional y fragmentado, centrándose en momentos clave que delinean el ascenso meteórico y el posterior declive de la artista.
La película destaca, en gran medida, por la actuación de Naomi Scott, quien encarna a Whitney con una vulnerabilidad y una fuerza innegables. Scott no se limita a imitar la voz o el estilo de Whitney; logra captar la esencia de la mujer, su inseguridad, su ambición, su pasión y su lucha por mantener el control. También merece mención la interpretación de Breslin Evans como la joven Whitney, dotando a la escena de la infancia de la cantante de una inocencia y un talento que contrastan con los años de sufrimiento que le esperan. La película evita la romantización excesiva de su infancia, mostrando con crudeza las presiones familiares y la temprana exposición a la fama, elementos que contribuyeron a su posterior vulnerabilidad.
Sin embargo, el guion, aunque ambicioso, no siempre logra el impacto emocional que busca. Algunas secuencias se sienten forzadas o demasiado explicativas, intentando demasiado rápido dar cuenta de la enormidad de la carrera de Whitney. La película también podría haber profundizado más en las relaciones personales de la cantante, en particular su matrimonio con Bobby Brown, que, aunque representado, no se explora con la profundidad que merece. El tratamiento de la adicción, aunque presente, a veces se siente superficial, concentrándose más en los resultados externos (la caída en picado de su carrera) que en el proceso interno y la lucha personal de la artista.
A pesar de estas fallas, "Whitney Houston. I Wanna Dance with Somebody" se erige como un tributo honesto y emotivo a una leyenda. La película evoca con fuerza las melodías que hicieron famosa a Whitney, pero también ofrece una visión más matizada y compleja de su vida, una vida marcada por la grandeza, la fama y una dolorosa lucha por la estabilidad personal. No es una película para los puristas, ya que se aleja de la rigidez de la biografía tradicional, pero sí es una experiencia cinematográfica conmovedora y, en última instancia, respetuosa con la memoria de una de las grandes voces de nuestra época. El uso de la música es, obviamente, impecable y la película se beneficia enormemente del poder de sus canciones.
Nota: 7.5/10