Will (2011)

“Will” es, en esencia, una película sobre la resiliencia humana y el poder del sueño. No es un drama explosivo ni lleno de giros argumentales sorprendentes, pero sí una experiencia emocionalmente resonante que se queda con el espectador mucho después de que los créditos finales han rodado. La película, dirigida por Simon Curtis, se centra en la historia de Will, un joven interpretado con una vulnerabilidad conmovedora por Perry Eggleton, quien se enfrenta a una sucesión de adversidades tras la temprana pérdida de su madre. Su viaje, inicialmente impulsado por la generosidad de su padre, Damian Lewis, que le regala entradas para la final de la Champions League, evoluciona hacia un acto de profundo homenaje y autoafirmación.

La película no se dedica a recrear un drama familiar convencional. En cambio, se centra en los pequeños detalles: la lucha de Will por adaptarse a un nuevo internado, la tensión entre su deseo de ir a Estambul y la realidad de sus limitaciones, la incomprensión de su entorno. Damian Lewis, a pesar de la brevedad de su papel, aporta una profundidad emocional que es vital para entender la motivación de Will. Su presencia es sutil pero palpable, transmitiendo un sentimiento de amor paternal y arrepentimiento silencioso. La química entre Eggleton y Lewis es genuina y contribuye significativamente al peso emocional de la historia. La dirección de Curtis es cuidadosa, evitando la sentimentalidad gratuita y permitiendo que la emoción brote de la autenticidad de las actuaciones.

El guion, coescrito por Simon Curtis y Sam Phillips, es, quizás, el elemento más fuerte de la película. Evita caer en clichés y se centra en la experiencia personal de Will, explorando temas como el duelo, la identidad, el sacrificio y la búsqueda de propósito. El ritmo es pausado, lo que permite al espectador conectar con los personajes y sentir el peso de sus decisiones. Si bien la trama principal se mantiene relativamente sencilla, la película logra transmitir una sensación de urgencia y determinación. Es una película que se basa en la representación realista del proceso de duelo, mostrando la confusión, la frustración y la perseverancia que conlleva. No se trata de una historia de superación instantánea, sino de un viaje lento y doloroso, pero crucial para la construcción del personaje de Will.

La cinematografía, a pesar de no ser particularmente llamativa, es funcional y efectiva para crear la atmósfera adecuada. Los planos se enfocan en los rostros de los personajes, permitiendo que sus emociones sean palpables. La película consigue transmitir la belleza de Estambul, no como un destino de vacaciones, sino como un lugar de esperanza y la posibilidad de realizar un sueño. Sin embargo, se podría haber profundizado más en la ambientación turca, aunque el enfoque principal sigue estando en el interior emocional de Will. En definitiva, "Will" es una película que, con una dirección competente y actuaciones convincentes, ofrece una historia humana y conmovedora sobre la importancia de perseguir tus sueños, incluso frente a la adversidad. Es un film que te inspira a valorar los momentos que tenemos y a no rendirte ante los desafíos.

Nota: 7/10