Willy's Wonderland (2021)

“Willy’s Wonderland” se presenta como un intento audaz de reinventar la fórmula del terror slasher con una vibrante estética de los años 80, pero al final, se ve lastrado por una ejecución que, aunque entretenida, carece de la profundidad y la tensión necesarias para dejar una huella duradera. La película se basa en un concepto interesante: un hombre solitario, Bobby, que busca refugio y reparación de su vehículo en un parque temático abandonado, solo para verse envuelto en una espiral de horror con animatrónicos vengativos. El tono es deliberadamente campestre, evocando la nostalgia de los parques de atracciones clásicos, pero esta elección, aunque visualmente atractiva, también crea una desconexión entre la apariencia inocente del lugar y la brutalidad que se avecina.

La dirección de Sam Giammatti es notable por su energía y su uso creativo de la cámara. Se nota que ha estudiado las películas clásicas de terror de los 80 y su estilo recuerda a directores como John Carpenter y Stephen King. Las escenas de persecución son frenéticas y llenas de dinamismo, logrando mantener la tensión en momentos clave. Sin embargo, el ritmo de la película es desigual. Hay momentos de gran intensidad seguidos de largos pasajes de diálogo que, aunque necesarios para establecer las motivaciones de los personajes, diluyen la atmósfera de terror. El uso de la luz y la sombra es una de las fortalezas visuales de la película, creando imágenes inquietantes y generando una sensación de claustrofobia constante.

El reparto, liderado por Nicholas Tucci como Bobby, entrega actuaciones sólidas. Tucci transmite convincentemente el miedo, la vulnerabilidad y la creciente desesperación de su personaje. El resto del elenco, compuesto por personajes secundarios con motivaciones poco desarrolladas, cumplen su cometido. No obstante, la trama se centra casi exclusivamente en Bobby, lo que limita la exploración de otros personajes y las posibles dinámicas de conflicto. Los animatrónicos, que deben ser el corazón de la película, aunque visualmente efectivos, no tienen suficiente profundidad psicológica, permaneciendo en gran medida como villanos unidimensionales. Su diseño, en general, es excelente, con un aspecto desgastado y amenazante que refleja su historia y su posesión.

En cuanto al guion, la película ofrece algunas ideas prometedoras, como la explicación gradual de la historia del parque y de su creador, Willy, pero carece de originalidad. El tropo del animatrónico poseído es ya bastante trillado, y “Willy’s Wonderland” no logra aportar una perspectiva fresca o innovadora. Además, algunos diálogos se sienten forzados y poco naturales, lo que resta credibilidad a las situaciones. La resolución de la trama, aunque satisfactoria, es un tanto predecible y no ofrece grandes sorpresas. La película parece querer jugar con la nostalgia, pero el resultado final es algo más cercano a una simple recreación de clichés del género.

A pesar de sus fallos, “Willy’s Wonderland” es una película divertida y entretenida, especialmente para los aficionados al terror de los años 80. Ofrece una dosis de acción, suspense y efectos especiales, pero carece de la profundidad y la complejidad necesarias para destacar entre la multitud de películas de terror que llegan cada año. Es un esfuerzo interesante que, sin duda, merecía un mayor pulido y un enfoque más ambicioso.

Nota: 6/10