Wishmaster (1997)

“Wishmaster” (1997) no es una película que deje una huella imborrable en la memoria cinematográfica, pero sí que se distingue por su atmósfera perturbadora y su propuesta argumental, aunque algo repetitiva. La película, adaptada de un cuento popular folclórico, se centra en la historia de un joven investigador paranormal, James Eldridge, que, en un intento de demostrar su valía profesional, libera accidentalmente a un antiguo Djinn (un demonio que concede deseos) de una jaula. La película, lejos de ser un slasher convencional, se centra en la lenta pero inexorable transformación de James en la marioneta de este maldad ancestral.

La dirección de Larry DeLucas es deliberadamente sombría y lenta. Se centra en crear tensión mediante la sugerencia y el simbolismo, más que mediante sustos fáciles. El uso de la luz y la oscuridad, combinado con una banda sonora inquietante, construye un ambiente de constante inquietud. Sin embargo, a veces esa lentitud se convierte en un defecto, ya que la película, en algunos momentos, se arrastra sin ofrecer una recompensa visual o narrativa inmediata. No obstante, la atmósfera general, llena de un malestar palpable, es indudablemente efectiva y se considera un punto fuerte de la película. Se evita la glorificación del horror, mostrando la degradación de James como un proceso gradual y desgarrador para el espectador.

Las actuaciones son correctas, aunque nada excepcional. Robert Russe, como James Eldridge, logra transmitir el miedo y la desesperación de su personaje, mostrando un descenso moral progresivo que resulta convincente. Sin embargo, el verdadero protagonista es el Djinn, interpretado por Wayne Mansfield. Mansfield aporta una presencia imponente y amenazante, utilizando el maquillaje y la voz para crear un personaje diabólico inquietante y palpable. La actuación de Mansfield es la que realmente merece elogio, ya que la voz y las expresiones del demonio transmiten un terror subyacente que va más allá de lo visual.

El guion, escrito por Paul Kruger, es el punto más débil de la película. La premisa, inspirada en un cuento folclórico (un chaman de los Andes que acecha a sus víctimas), es interesante, pero la ejecución carece de originalidad y, a veces, se siente forzada. La estructura narrativa se vuelve repetitiva: un deseo concedido, una víctima asesinada, un nuevo deseo, y así sucesivamente. Aunque la película juega con la idea del deseo como fuerza corruptora, la exploración de este concepto es superficial y no alcanza una profundidad significativa. El final, aunque impactante, no aporta una resolución satisfactoria a la historia planteada, dejando un sabor agridulce que, en última instancia, no justifica la duración de la película.

A pesar de sus fallos, “Wishmaster” es una película que, gracias a su atmósfera, su actor principal y su premisa original, logra ser entretenida y, en ocasiones, bastante perturbadora. Es un ejemplo temprano del terror psicológico, aunque con una ejecución imperfecta, que vale la pena ver para aquellos interesados en el género. Es un estudio de caso interesante sobre el poder del deseo y sus consecuencias nefastas.

Nota: 6/10