Wolf (2021)

“Wolf” (2009), dirigida por Joe W. Ritchie, no es una obra maestra del cine de terror psicológico, pero sí una película que te obliga a mantener la atención y, en ocasiones, a cuestionar tus propias percepciones sobre la salud mental y la naturaleza humana. El filme se centra en Jacob (Neil Hudson), un hombre que insiste en que es un lobo confinado en un cuerpo humano. A pesar de la incredulidad generalizada, su familia lo lleva a una clínica especializada donde el Dr. Mann (Eric Roberts), un médico excéntrico y con métodos cuestionables, busca "curarlo". Lo que sigue es una escalada de situaciones cada vez más perturbadoras y desconcertantes.

Lo que realmente distingue a "Wolf" no es un susto constante, sino una atmósfera opresiva y claustrofóbica que se construye lentamente. La fotografía, con una paleta de colores fríos y apagados, refleja la desesperación y el aislamiento del protagonista. La dirección artística crea un espacio visualmente inquietante, con las paredes de la clínica que parecen acercarse constantemente, como si el propio lugar fuera una prisión mental. La banda sonora, aunque no particularmente memorable, complementa eficazmente la sensación de inquietud. Sin embargo, la película podría haber aprovechado más el potencial de su entorno físico para generar tensión.

La actuación de Neil Hudson como Jacob es, sin duda, el punto fuerte de la película. Hudson logra transmitir la angustia y la convicción del personaje de una manera conmovedora y creíble. Su interpretación no es de la exagerada o pretenciosa; se centra en la fragilidad emocional y la lucha interna del individuo que se siente diferente. Eric Roberts, por otro lado, ofrece una actuación algo más convencional, aunque su personaje, el Dr. Mann, presenta un carisma innegable que hace que la relación entre ambos sea intrigante, aunque no siempre del todo convincente. La dinámica entre Jacob y el Dr. Mann, con sus debates teóricos y sus sesiones de terapia, es el corazón del conflicto y ofrece algunas reflexiones interesantes sobre la naturaleza de la identidad y la aceptación.

En cuanto al guion, "Wolf" presenta un argumento original, si bien carente de la profundidad y complejidad de otras películas del género. La trama avanza a un ritmo pausado, lo que puede resultar tedioso para algunos espectadores. La película explora temas como la identidad, la salud mental y el impacto del trauma, pero a menudo lo hace de manera superficial. El final, aunque metafórico, no ofrece una resolución satisfactoria y deja al espectador con preguntas sin respuesta. Si bien la película no llega a ser revolucionaria, sí consigue generar una experiencia cinematográfica inquietante y propicia para la reflexión. No es un horror que te hará saltar del sillón, pero sí uno que se queda contigo, promoviendo un debate interno sobre la percepción de la realidad.

Nota: 6/10