Wonderstruck. El museo de las maravillas (2017)

“Wonderstruck. El museo de las maravillas” no es simplemente una película; es una experiencia cinematográfica que te envuelve en una melancolía hermosa y, a la vez, sorprendentemente vibrante. La dirección de Todd Haynes, un maestro en la construcción de atmósferas, es magistral: ha logrado fusionar a la perfección dos periodos históricos distintos – la Nueva York de los años 50 y la de los 90 – creando una narrativa que respira autenticidad. La paleta de colores, especialmente en la secuencia que alterna entre el negro y blanco de la era de Ben y los colores saturados de la década de los 90, es un elemento fundamental para el ritmo y la emoción de la película.

La película se centra en la búsqueda de dos jóvenes, Ben y Rose, cada uno consumido por un anhelo profundo: Ben busca un padre que nunca conoció y Rose la enigmática actriz Lillian Crane. La clave de la película reside en la construcción de la dualidad. Haynes no solo presenta dos historias paralelas, sino que las entrelaza sutilmente, utilizando elementos visuales y sonoros que se repiten y se transforman a lo largo del tiempo. Esta simetría es tanto elegante como inquietante, y le otorga a la película un nivel de profundidad que va más allá de lo puramente sentimental.

Las actuaciones son, sencillamente, excepcionales. Ben Foster, como Ben, transmite con un silencio profundo el anhelo y la desesperación de un niño en busca de una figura paterna. Su interpretación es palpable, basada en la mirada y en la comunicación no verbal. Frances McDormand, por otro lado, ofrece una interpretación deslumbrante de Lillian Crane, capturando la complejidad de una mujer que se siente atrapada en su propia fama y en el deseo de escapar de su presente. McDormand, como siempre, está en estado puro, dando una actuación que se siente tanto íntima como universal.

El guion, adaptado de los cuentos de Brian Selznick, es inteligente y delicado. No se aferra a explicaciones fáciles, dejando que la historia se desarrolle orgánicamente a través de los ojos de sus personajes. Las cartas, los diarios y las conversaciones son elementos cruciales para la construcción narrativa, ofreciendo fragmentos de vida que revelan la verdad detrás de los sueños y las aspiraciones de Ben y Rose. La película, sin embargo, no se convierte en un melodrama excesivamente dramático; la historia se cuenta con un toque de humor y una profunda reflexión sobre la naturaleza de la memoria y el deseo.

“Wonderstruck” es una película que celebra el poder de los sueños, la importancia de la búsqueda y la belleza de lo efímero. No es una película fácil de ver, ya que exige una atención plena y una disposición a dejarse llevar por su atmósfera única. Sin embargo, la recompensa es una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una película que te deja pensando mucho después de que los créditos finales se hayan apagado.

Nota: 8.5/10