Woo (1998)

“Woo” no es una comedia romántica convencional, ni siquiera una comedia romántica particularmente inteligente. Más bien, es un ejercicio de observación social, un estudio frío y preciso de las dinámicas del deseo, la conexión y el miedo al compromiso, envuelto en una atmósfera de peculiaridad innegable. La película, dirigida con notable sutileza por Mark Rizzo, se adentra en el universo de Woo (Constance Wu), una exitosa y aparentemente impenetrable profesional de relaciones públicas que, paradójicamente, se encuentra aislada en su propia capacidad para atraer hombres. Su aura de seguridad, su inteligencia aguda y su sentido del humor acerbo la convierten en una mujer deseadable, pero su incapacidad para establecer relaciones duraderas es el tema central que Rizzo explora con una honestidad desarmante.

La llegada de Tim (Jesse Williams) a la vida de Woo es la catalizador de una serie de eventos fortuitos que, en lugar de despertar una relación, desatan una serie de contratiempos cómicos y, a la vez, inquietantes. Rizzo no busca la comedia slapstick; la risa surge de situaciones incómodas, diálogos mordaces y una palpación constante de la incomodidad. El guion, coescrito por Rizzo y Erica Rivéa, se centra en la tensión sutil entre Woo y Tim, en su constante evaluación mutua y en sus intentos fallidos de comprenderse. La clave reside en la ambigüedad, la película nunca dice explícitamente si Woo y Tim están destinados a estar juntos, y esa incertidumbre es deliberada, reflejando la complejidad de las relaciones humanas.

Constance Wu ofrece una actuación magistral como Woo. Llevas la frialdad inicial de su personaje con una sorprendente vulnerabilidad, revelando capas ocultas de inseguridad y anhelo. Wu maneja con maestría el equilibrio entre la ironía y la emoción, transmitiendo la frustración de una mujer que, a pesar de todo su éxito, anhela una conexión genuina. Jesse Williams, por su parte, aporta un contrapunto perfecto a la personalidad de Woo, ofreciendo un personaje realista y simpático, que se muestra a sí mismo sin pretensiones. La química entre los dos actores es notable, construida a través de miradas, silencios y un diálogo inteligente y lleno de matices.

La dirección de Rizzo es notablemente discreta, permitiendo que la historia se desarrolle de forma orgánica y natural. La película se beneficia de una fotografía cuidada que captura la atmósfera urbana de Nueva York, creando un espacio visualmente atractivo y que refuerza la sensación de aislamiento de Woo. El sonido es igualmente importante, empleando música ambiental y efectos sonoros que contribuyen a la atmósfera de tensión y comedia. “Woo” no ofrece respuestas fáciles ni finales felices. Su verdadera valía reside en su capacidad para provocar la reflexión sobre la naturaleza del deseo, el miedo al compromiso y la dificultad de encontrar un alma gemela en un mundo que a menudo prioriza la apariencia sobre la sustancia.

Nota: 7/10