Xanadu (1980)

“Xanadu” es, en su esencia, una película que busca evocar una nostalgia hueca, un anhelo por una era que quizás nunca existió en su forma idealizada. Olivia Wilde, en su debut como directora, demuestra un talento evidente para la estética visual, recreando un vibrante y deslumbrante Hollywood de los años 40, pero lo que a menudo se percibe como un ejercicio de estilo, revela, en el fondo, una historia simplificada y un guion que se queda corto de ambición.

La película narra la historia de Kira (Elle Fanning), hija de Zeus, una musa que, tras inspirar al pintor Sonny Malone (Ryan Reynolds), se enamora de él. Este romance, inoportuno y potencialmente desestabilizador para el orden cósmico, se convierte en el núcleo de la trama. Sin embargo, el conflicto se siente más superficial que convincente. La motivación de Kira para romper las reglas y buscar a Sonny en el presente es, en última instancia, algo pueril y poco profundificado.

Ryan Reynolds ofrece una interpretación encantadora y, en su mayoría, divertida como Sonny. Su química con Elle Fanning es palpable, aportando un componente de frescura y humor a la película. La película se beneficia enormemente de la presencia de Jeremy Irons, que, con un tono sutil y elegante, interpreta al viejo músico Victor Bishop, impulsando la idea de un club nocturno "Xanadu" que revive la magia de Hollywood. La interpretación de Irons es, sin duda, el punto fuerte del reparto.

La dirección de Olivia Wilde es notable en cuanto a la puesta en escena y la banda sonora, que fusionan la música de los 80 con la estética retro de la época dorada. Los colores vibrantes, los vestuarios espectaculares y las secuencias de baile son impecables. El diseño de producción, liderado por Dante Ferretti, es verdaderamente magistral, transportándonos a un mundo de glamour y melodía. Sin embargo, la dirección se centra demasiado en la imagen, dejando que la narrativa se desvanezca en un torbellino de colores y brillos. La película se siente, a veces, como un anuncio estilizado más que una historia con un peso significativo.

El guion, adaptado de la comedia musical de 1980, carece de la chispa y la profundidad de la original. Aunque intenta abordar temas como el amor, la creatividad y la búsqueda de la propia identidad, lo hace de forma superficial y sin una reflexión profunda. La trama se siente apresurada y carente de los elementos que sostienen una buena historia. La película se siente como una sucesión de imágenes impresionantes que no se conectan de manera efectiva.

En definitiva, “Xanadu” es una experiencia visualmente estimulante que ofrece un deleite para los ojos, pero que no logra capturar la magia que promete. Es una película que se disfruta más por su estética que por su contenido narrativo. Un intento interesante, pero que, en última instancia, se queda a medio camino.

Nota: 6/10