“X-Men: Apocalipsis” no es solo una película de superhéroes; es una confrontación existencial con la propia historia de la humanidad y sus errores. Bryan Singer, director a partir de esta entrega, apuesta por una narrativa ambiciosa que, si bien no es perfecta, se erige como una de las más serias y adultas dentro del universo de los X-Men. La película no se centra en la acción desenfrenada que ha caracterizado algunas entregas anteriores, sino que se dedica a construir un ambiente de constante tensión y desesperación, explorando las consecuencias del inevitable conflicto entre mutantes y humanos.
La trama, basada en el archílogo Apocalypse, es, sin duda, el principal atractivo. El personaje, interpretado magistralmente por Óscar Isaac, se presenta como una amenaza creíblemente racional y pragmática. Apocalypse no es simplemente un villano malvado; es un producto de su propio dolor y desilusión con el mundo, un observador desengañado que considera a la humanidad una plaga destinada a la extinción. Isaac aporta una profundidad al personaje, transmitiendo una sensación de inevitabilidad y una fría lógica que lo hacen excepcionalmente inquietante. La película se beneficia enormemente de su capacidad para visualizar a Apocalypse como una entidad casi todopoderosa, convirtiendo cada escena en la que aparece en una coreografía de destrucción devastadora.
Las actuaciones son, en general, sobresalientes. James McAvoy y Jennifer Lawrence, como Profesor X y Raven, se encuentran en momentos de crisis personal profundos, lo que les otorga una intensidad emocional palpable. La relación entre estos dos personajes, sumida en el dolor y la incertidumbre, es el corazón emocional de la película. Michael Fassbender, como Magneto, regresa con una interpretación más madura y vulnerable, ofreciendo una perspectiva conmovedora sobre la experiencia de un hombre atormentado por el pasado. La dinámica entre los X-Men jóvenes y los veteranos es convincente, demostrando el peso de la responsabilidad que sienten por proteger al mundo. La película profundiza en las motivaciones de cada personaje, presentando conflictos internos y decisiones moralmente ambiguas que enriquecen la narrativa.
Sin embargo, la película no está exenta de fallos. La trama se complica en algunos momentos, abrumando a veces con la cantidad de personajes y subtramas. Algunas secuencias de acción, aunque espectaculares visualmente, carecen de la fluidez y el impacto emocional que podrían haber tenido. A pesar de esto, Singer logra mantener un ritmo constante, alternando momentos de gran intensidad con escenas de introspección que exploran la fragilidad de la humanidad y la difícil tarea de los mutantes. La banda sonora, omnipresente y potente, refuerza la atmósfera de desesperación y urgencia. “X-Men: Apocalipsis” es una película que, a pesar de sus imperfecciones, justifica su lugar en la historia del cine de superhéroes, gracias a su ambición, su complejidad y sus profundas reflexiones sobre la condición humana.
Nota: 8/10