xXx (2002)

“XXx” (2002) es una película que, con el paso del tiempo, se ha revelado como un artefacto de la cultura pop de principios de los 2000, un producto más que un triunfo artístico. Dirigida por Rob Cohen, la película no busca la profundidad o la sutileza; su propósito principal es inyectar una dosis extra de adrenalina al espectador, y en ese cometido, logra su objetivo con notable eficacia, aunque a costa de una narración simplista y, en última instancia, superficial.

Vin Diesel, en el papel de Xander Cage, personifica la figura del atleta extremo convertido en agente secreto. Su caracterización, aunque unidimensional, funciona gracias a la presencia física imponente de Diesel y a la energía inagotable que irradia. El actor sabe cómo transmitir la actitud arrogante y confiada de un campeón, un tipo que se cree invencible y que, en efecto, posee habilidades físicas extraordinarias. Sin embargo, la falta de desarrollo del personaje limita la posibilidad de conectar emocionalmente con él. Se lo presenta como un icono, un símbolo de acción, pero no como un ser humano con motivaciones complejas o vulnerabilidades.

La dirección de Rob Cohen es competente, especialmente en las escenas de acción. La película está plagada de secuencias de persecución espectaculares, acrobacias vertiginosas y efectos visuales impactantes. Cohen explota al máximo el potencial de las cámaras aéreas y los movimientos lentos para generar un impacto visual que recuerda a las películas de James Bond, aunque con un tono mucho más visceral y, a menudo, absurdamente exagerado. La banda sonora, también, juega un papel fundamental en la creación de la atmósfera de alta tensión y adrenalina.

El guion es, sin duda, el punto débil de la película. La trama es predecible y llena de clichés del género de espías. La historia de conspiraciones, los planes malvados y los giros argumentales inesperados se presentan de manera superficial, sin profundizar en las motivaciones de los personajes o explorar las implicaciones morales de sus acciones. El antagonista, interpretado por Ray Stevenson, es un villano caricaturesco, un estereotipo del mal que carece de profundidad y complejidad. El mundo de la espionaje se presenta como un escenario de acción constante, donde la violencia y el peligro son los únicos elementos que importan. La relación entre Xander y la hermosa tatuadora (Ginger Snaps) se siente forzada y poco creíble.

A pesar de sus deficiencias, “XXx” ofrece un entretenimiento satisfactorio para aquellos que buscan una película de acción sin pretensiones, llena de explosiones y acrobacias. Es una película olvidable, sí, pero también entretenida. La película logra evocar la época dorada del cine de acción de los 90 y principios de los 2000, aunque sin alcanzar la sofisticación o el impacto de las grandes películas del género. Su valor reside en su capacidad para generar adrenalina y ofrecer un espectáculo visual llamativo, aunque con una historia que, en última instancia, no deja una huella duradera.

Nota: 6/10