Yo y yo misma (1999)

“Yo y yo misma” es una película que se instala en la mente como un persistente déjà vu. La dirección de Claire Denis, siempre sutil y atenta a la atmósfera, logra crear una experiencia cinematográfica íntima y, a su vez, profundamente perturbadora. Denis no busca grandes espectáculos visuales ni efectos especiales grandilocuentes; en cambio, se enfoca en la precisión de los detalles, en los pequeños gestos y las miradas que revelan la desorientación y la incomodidad de su protagonista. La película no se basa en la narración lineal, sino en la acumulación de fragmentos, de diálogos incompletos y de situaciones ambiguas que reflejan el estado mental desestructurado de Pamela.

Florence Pugh ofrece una interpretación magistral como Pamela Drury. Su actuación es, en esencia, una revelación. Pugh logra transmitir la fragilidad, la confusión y la desesperación de su personaje con una naturalidad y una honestidad que son conmovedoras. No se limita a interpretar un papel, sino que se sumerge en la piel de Pamela, mostrando sus miedos, sus dudas y sus remordimientos con una sutileza excepcional. Su mirada, en particular, es un espejo de la vaciedad y la desesperación que siente. La química con su doble, también interpretada por Pugh, es inquietante y poderosa, generando una tensión palpable que se mantiene durante toda la película.

El guion, escrito por Claire Denis y Rodolphe Cannon, es el corazón y el alma de la película. No intenta ofrecer respuestas fáciles ni soluciones simplistas a la crisis existencial de Pamela. En lugar de ello, plantea preguntas incómodas sobre el arrepentimiento, la identidad y la necesidad de aceptarse a uno mismo. La construcción de la trama, basada en la idea de un encuentro con el “otro yo”, es inteligente y evocadora. La película se construye gradualmente, como un rompecabezas complejo en el que cada pieza contribuye a completar la imagen. La escritura es poética y llena de simbolismo, utilizando imágenes y metáforas para transmitir los sentimientos y las emociones de Pamela. La ambigüedad es un elemento clave del guion, permitiendo al espectador interpretar los eventos y las motivaciones de los personajes de manera personal.

“Yo y yo misma” no es una película para todo el mundo. Su ritmo lento, su ambigüedad y su falta de convencionalismos narrativos pueden resultar frustrantes para algunos espectadores. Sin embargo, para aquellos que estén dispuestos a dejarse llevar por la atmósfera y a cuestionar sus propias convicciones, se trata de una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una película que te obliga a confrontar tus propios demonios y a preguntarte si has hecho lo correcto con tu vida. Es una reflexión sobre el tiempo perdido, el arrepentimiento y la posibilidad de redención. Una película que, a pesar de su oscuridad, deja una sensación de esperanza y la certeza de que el camino hacia la autocomprensión es siempre posible.

Nota: 8/10