“Yonkers Joe” es una película de 1979 que se mueve con deliberada lentitud, casi como un ejercicio de observación en lugar de una narración convencional. La historia, centrada en Joe Kilmer, un maestro del juego de dados en Las Vegas consumido por una ambición desmedida, se complica de forma inesperada por el regreso de su hijo, un joven con discapacidad mental que ha estado viviendo en un asilo. Lo que inicialmente se presenta como una historia de apuestas y riesgos se transforma en una reflexión sobre el arrepentimiento, la paternidad y el precio de la soledad. La película, dirigida por Norman Jewison, no busca el espectáculo visual; se basa en la atmósfera y en la intensidad contenida de sus personajes.
Jerome Crittenden ofrece una interpretación magistral de Joe Kilmer. Su actuación es sutil y profundamente compleja. No es un villano caricaturesco, sino un hombre roto, marcado por una vida de decisiones egoístas y la constante búsqueda de la victoria. Su mirada, a menudo vacía y cansada, es una ventana a su alma atormentada. La gradual apertura de Joe a la posibilidad de la redención, a pesar de su orgullo y su desconfianza, es lo que da sustancia emocional a la película. La relación entre Joe y su hijo, interpretado con notable sensibilidad por John Corbett, no es simplemente un elemento sentimental; es el catalizador de su transformación, aunque esta transformación es lenta y dolorosa de observar. La química entre ambos actores es palpable, construida a través de miradas y silencios, más que de diálogos extensos.
El guion, coescrito por Norman Jewison y Bernie Cataford, es notablemente austero. La película no se involucra en explicaciones innecesarias ni en melodramas baratos. Se centra en los detalles cotidianos de la vida de Joe – sus apuestas, sus visitas al bar, sus conversaciones con otros jugadores - y en las interacciones con su hijo. Esta economía narrativa permite que la tensión emocional se acumule gradualmente, hasta que explota en momentos de intensa emoción. El ritmo pausado, aunque a veces puede resultar tedioso para algunos espectadores, es esencial para establecer la atmósfera de desesperación y aislamiento que impregna la película. La banda sonora, discreta pero efectiva, contribuye a intensificar la sensación de soledad y melancolía. Las imágenes, filmadas con una paleta de colores apagados, reflejan la desilusión y el desencanto de los personajes.
Sin embargo, “Yonkers Joe” no es una película para todos los públicos. Su ritmo lento y su temática sombría pueden ser frustrantes para aquellos que buscan entretenimiento inmediato. Además, la película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices; se limita a mostrar las consecuencias de las malas decisiones y la dificultad de reparar el pasado. A pesar de sus limitaciones, "Yonkers Joe" es una obra cinematográfica poderosa y reflexiva que explora temas universales como la pérdida, el arrepentimiento y la búsqueda de la redención. Es una película que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos, provocando una profunda reflexión sobre el significado de la vida y la importancia de las relaciones humanas.
Nota: 7/10