“Yossi” no es, en absoluto, la secuela explosiva que algunos podrían haber esperado tras “Yossi y Jagger”. La película de Asaf Dayan se aleja, en gran medida, de la violencia desenfrenada que caracterizaba la primera entrega, optando por un drama introspectivo y, sorprendentemente, reconfortante. Se trata de una película sobre el luto, la redención y, sobre todo, sobre la búsqueda de un propósito en la vida, un tema que la narrativa explora con sutileza y una honestidad emocional que merece ser apreciada.
Ohad Knoller vuelve a interpretarse a sí mismo, Yossi, un hombre marcado por la guerra y la pérdida. Su personaje es profundamente trágico, atrapado en un estado de melancolía profunda tras la muerte de Jagger, su inseparable compañero militar. La dirección de Dayan se enfoca en el viaje emocional de Yossi, alejándose del ritmo frenético y las secuencias de acción de la primera película. En su lugar, nos presenta un protagonista vulnerable, desconectado de su vida, que se ve forzado a salir de su refugio y a enfrentarse a su pasado. La paleta de colores, en general apagada, enfatiza esta sensación de aislamiento y tristeza.
La película se distingue por su guion, cuidado y modesto. La historia no depende de grandes giros argumentales, sino que se sustenta en la evolución interna de Yossi. La relación con la mujer de mediana edad, interpretada magistralmente por Gili Gavriel, le proporciona un catalizador para el cambio. Su encuentro con un grupo de jóvenes soldados, también personajes entrañables, le brinda la oportunidad de redescubrir su pasión por la música y, finalmente, por la vida. El diálogo es realista y lleno de matices, evitando clichés y superficialidades. La banda sonora, compuesta por música tradicional israelí, se integra a la perfección en la narrativa y sirve para evocar las emociones que se exploran en la pantalla.
Las actuaciones son consistentes a lo largo de toda la película. Knoller ofrece una interpretación excepcionalmente honesta, transmitiendo con eficacia el dolor y la esperanza de su personaje. Los actores que componen el grupo de jóvenes soldados aportan vitalidad y frescura a la trama. Gili Gavriel, en particular, destaca por su presencia imponente y su habilidad para retratar la complejidad de su personaje.
“Yossi” no pretende ser un espectáculo visual, sino una reflexión sobre la condición humana. Es una película que invita a la contemplación y que, a pesar de su tono melancólico, ofrece un mensaje de esperanza y redención. Es una secuela que, en lugar de simplemente repetir fórmulas, se atreve a explorar nuevos caminos y a profundizar en la psicología de sus personajes. Un estudio psicológico discreto y conmovedor, que a menudo se olvidan en el género bélico.
Nota: 7/10
